El Sinn Féin habría logrado ser el partido más votado en las elecciones generales de Irlanda de este viernes, con un 21,1% del respaldo según el sondeo a pie de urna realizado por la radiotelevisión pública irlandesa, RTÉ. Sin embargo, la ventaja es mínima frente al Fine Gael (21%) y el Fianna Fáil (19,5%), los dos partidos de centro que han dominado la política irlandesa durante casi un siglo.
A pesar del liderazgo en votos, el Sinn Féin, liderado por Mary Lou McDonald, enfrenta el mismo obstáculo que en 2020: la aritmética parlamentaria le complica alcanzar una mayoría suficiente para gobernar en solitario. De hecho, los únicos partidos con posibilidades reales de sumar los 83 escaños necesarios para formar Gobierno siguen siendo Fine Gael y Fianna Fáil, aliados tradicionales que en la última legislatura conformaron un tripartito junto a los Verdes.
La aparente paradoja de Irlanda continúa: a pesar de ser uno de los países más “prósperos” de Europa —con una economía en crecimiento, superávit fiscal y bajo desempleo—, el descontento social sigue siendo palpable. Los precios han subido un 20% desde la pandemia, mientras que los alquileres han aumentado un 43%, haciendo que el acceso a la vivienda sea casi imposible para gran parte de la clase obrera. La llegada de 150.000 trabajadores migrantes en los últimos años, incluidos 100.000 ucranianos, ha modificado la demografía de varias localidades y alimentado la percepción de una “crisis migratoria” que, aunque exagerada, ha empezado a dar espacio a una extrema derecha incipiente.
“Digan lo que digan los números macroeconómicos, los irlandeses ven una realidad diferente: servicios deteriorados, delincuencia al alza y sintechos en pleno centro de Dublín”, señala un informe de The Irish Times.
El contexto irlandés no es ajeno al llamado “síndrome del votante cabreado” que recorre el mundo. La polarización política, el desencanto con el poder establecido y la influencia de factores externos como una posible guerra comercial con EEUU amenazan con desestabilizar a la isla.
El actual primer ministro, Simon Harris (Fine Gael), llegó debilitado a las elecciones, mientras que el veterano líder del Fianna Fáil, Micheál Martin, se mostró más sólido. Sin embargo, ninguno tiene asegurada la victoria definitiva. La creciente desafección política y la fragmentación del voto, fuerzan, una vez más, a pactar entre partidos, más aún en un sistema de representación proporcional como el irlandés, que no deja espacio para mayorías claras.