En Alemania, la coalición de gobierno liderada por el canciller Olaf Scholz ha colapsado tras la destitución de su ministro de Finanzas, Christian Lindner, provocando una crisis política que ha llamado la atención internacional. Scholz, quien encabeza el Partido Socialdemócrata (SPD), se enfrenta a una votación de confianza en el Parlamento el 16 de diciembre. Si no supera esta prueba, como parece probable, Alemania celebrará elecciones anticipadas el 23 de febrero de 2025, adelantando los comicios previstos para más adelante en el año.
La coalición de Scholz, conocida como la “coalición semáforo” por los colores de los tres partidos que la integran (SPD, Verdes y el liberal FDP), llevaba meses enfrentando tensiones internas. Las últimas encuestas apuntan a que el bloque conservador CDU/CSU, anteriormente encabezado por Angela Merkel y actualmente por Friedrich Merz, ganaría las elecciones con un 32% del voto, según los últimos sondeos recogidos por The Economist y wahlrecht.de. Esto los situaría como la primera fuerza política del país, y muy por detrás quedarían el SPD de Scholz, con apenas un 15%, y el partido ecologista Los Verdes, con un 12%.
Por otra parte, el partido de extrema derecha AfD (Alternativa para Alemania) se ha consolidado como la segunda fuerza en intención de voto, con un 19%. Además, la aparición de un nuevo partido llamado BSW, liderado por la política Sahra Wagenknecht, está atrayendo votantes con una mezcla de posturas contrarias a la inmigración y al apoyo a Ucrania, generando sorpresa en el país germano. El FDP, los liberales que desencadenaron el colapso, corre el riesgo de quedar fuera del Parlamento al situarse en un 4%, por debajo del umbral mínimo del 5% necesario para obtener representación.
Alemania, centro de Europa
Alemania, como motor económico y político de Europa, tiene una influencia clave en decisiones sobre economía, inmigración y la guerra en Ucrania. La caída del gobierno de Scholz muestra el descontento de muchos votantes y la creciente polarización política del país. Además, la posible fragmentación del Parlamento complicará la formación de un nuevo gobierno, con alianzas que deberán evitar incluir a partidos como la AfD, algo que los principales bloques políticos han descartado. No obstante, como se ha visto en la conformación de la nueva Comisión Europea y la histórica moción de censura en el Estado francés, la extrema derecha es una de las pocas fuerzas en Europa que está logrando movilizar el voto, por lo que podría ser imposible tratar de gobernar sin ellos.
Los próximos meses serán cruciales para definir el futuro político de Alemania y, por ende, su papel en Europa. Las elecciones anticipadas podrían abrir paso a nuevas coaliciones o, en otro orden de cosas, a un bloqueo parlamentario que prolongue la incertidumbre.