El primer ministro del Estado francés, François Bayrou, ha iniciado una serie de negociaciones estratégicas con el Partido Socialista (PS) y otros sectores de la izquierda para evitar el colapso de su gobierno ante una moción de censura. El principal punto de fricción radica en la controvertida reforma de las pensiones, aprobada por el presidente Emmanuel Macron en 2023 sin pasar por la Asamblea Nacional, con el extraordinario artículo 49.3 en la mano. Esta reforma aumentó la edad de jubilación de 62 a 64 años y provocó un ciclo de protestas en el país. El PS, liderado por Olivier Faure, ha condicionado su apoyo “a la suspensión o derogación” de esta reforma, considerada un emblema del mandato de Macron pero que enfrenta el rechazo de gran parte de la población y los sindicatos.
El contexto parlamentario es delicado. Tras las elecciones legislativas, el Nuevo Frente Popular (NFP) se consolidó como la mayor fuerza opositora con 193 diputados, aunque sin mayoría absoluta. Mientras tanto, la coalición gubernamental de Bayrou y el bloque ultraderechista de Marine Le Pen suman fuerzas insuficientes para aprobar presupuestos sin concesiones. En este escenario, Bayrou busca desmarcarse de la influencia de Le Pen y tender puentes con PS y ecologistas, quienes, además de la cuestión de las pensiones, exigen reformas fiscales progresivas y mayores inversiones en “transición ecológica”.
El presidente Macron, por su parte, ha insinuado que la suspensión temporal de la reforma de pensiones podría ser una solución para evitar un nuevo colapso gubernamental. Sin embargo, figuras clave de la derecha republicana, como Gérard Larcher y Laurent Wauquiez, han rechazado esta posibilidad, calificándola de “salto al vacío”. Las próximas semanas serán decisivas para Bayrou, quien tratará de conciliar exigencias contrapuestas y consolidar un gobierno estable en medio de una aguda fragmentación política. La resolución de este impasse marcará el tono de la política francesa en los próximos meses.