Daniel Chapo, del partido Frelimo, fue investido como presidente de Mozambique este miércoles en una ceremonia que se llevó a cabo en Maputo bajo estrictas medidas de seguridad. Durante su discurso, Chapo, quien asumió el cargo tras unas elecciones en octubre que fueron cuestionadas por la oposición, prometió “proteger la democracia, los derechos humanos y la unidad nacional”. A sus 48 años, Chapo también se comprometió a “reducir el tamaño del gobierno, abordar el desempleo juvenil y priorizar la salud y la educación”.
La investidura fue marcada por protestas violentas en las que las fuerzas policiales se enfrentaron con manifestantes, lo que resultó en varias muertes. Según un informe del Centro para la Democracia y el Desarrollo, al menos seis personas murieron en Maputo y Matola durante los disturbios. La oposición, liderada por Venancio Mondlane, quien quedó en segundo lugar en las elecciones, sostiene que los comicios fueron “fraudulentos” y ha llamado a continuar con las manifestaciones en contra del nuevo gobierno. Mondlane, recientemente regresado del exilio, advirtió que los manifestantes “seguirán luchando todos los días”, incluso si eso significa paralizar el país durante todo el mandato de Chapo.
El contexto de las protestas se enmarca en un clima de creciente descontento con el gobierno de Frelimo, que ha estado en el poder desde la independencia de Mozambique en 1975. A pesar de los recursos naturales del país, la mayoría de la población vive en condiciones de pobreza. Al igual que en gran parte de países africanos, la corrupción, el desempleo y los conflictos armados lastran su estabilidad, acelerando señalamientos de la oposición hacia el partido gobernante. Internacionalmente, los observadores también han cuestionado la legitimidad de las elecciones, citando “irregularidades y manipulaciones de los resultados”.