A medida que la Unión Europea atraviesa una fase económica difícil, tres de sus mayores economías se enfrentan a la falta de presupuestos aprobados para el presente año. Alemania y los estados francés y español atraviesan serias dificultades para conseguir un acuerdo interno sobre sus cuentas, lo que agrava los desequilibrios fiscales y pone en riesgo su estabilidad económica.
En Berlín, la situación está paralizada debido a las elecciones anticipadas programadas para el 23 de febrero. A pesar de ser la principal potencia económica de Europa, Alemania enfrenta un periodo de recesión, con su PIB contrayéndose por segundo año consecutivo y cifras del paro no vistas en una década. El Gobierno de Olaf Scholz prevé un crecimiento mínimo para este 2025, lo que hace incierto el proceso de aprobación del presupuesto. Además, el Bundestag no podrá ratificar las nuevas cuentas hasta al menos mayo, dependiendo de la evolución de las negociaciones políticas tras las elecciones.
El Estado francés, por su parte, ha visto aumentar su déficit hasta un 6,1% del PIB, y su deuda ha superado el 113% del mismo indicador. La situación económica del país se agrava con la crisis interna que enfrenta el presidente François Bayrou, quien busca implementar una reforma de pensiones y aprobar el presupuesto de 2025, que prevé recortes del gasto por 30.000 millones de euros. Sin embargo, las dificultades políticas internas y la presión de la Unión Europea hacen difícil que pueda cumplir con sus objetivos fiscales a corto plazo.
Al otro lado de los Pirineos, el crecimiento económico fue del 3,2% el año pasado, una mejora nominal y aparente. El Gobierno español, encabezado por Pedro Sánchez, se enfrenta a serias dificultades para aprobar las reformas necesarias y conseguir acuerdos en el Congreso de los Diputados. La falta de un presupuesto aprobado podría llevar a ampliar y modificar el crédito público para poder seguir operando, pero las tensiones políticas sobre el gasto milita podrían complicar aún más la situación.
En un contexto de incertidumbre política y económica, la Unión Europea carece de un liderazgo fuerte que le permita hacer frente a los desafíos actuales, como las amenazas arancelarias de Estados Unidos o la reformar del modelo industrial. Sin una solución clara en las principales economías europeas, el futuro económico de la región podría verse seriamente afectado.