Más de 60.000 personas se manifestaron el pasado jueves en Bruselas (Bélgica) contra la reforma de pensiones impulsada por el gobierno del primer ministro Bart De Wever, que penaliza la jubilación anticipada y favorece a quienes prolonguen su vida laboral. La protesta, convocada por sindicatos y trabajadores del sector público, derivó en enfrentamientos con la policía frente a la sede del partido liberal MR, parte de la coalición de gobierno, donde se usaron gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a los manifestantes. Según Reuters, hubo disturbios similares frente a la sede del partido democristiano Les Engagés y algunos manifestantes lanzaron fuegos artificiales.
La huelga nacional, que afectará varios días, ya ha tenido un fuerte impacto en la infraestructura del país. Bruselas canceló 430 vuelos y se espera que el transporte público y los servicios postales sufran interrupciones. También se han sumado a la protesta los bomberos, mostrando el descontento generalizado con los recortes en servicios públicos. Los manifestantes portaban carteles con lemas como “No somos limones” y algunos usaron frases en latín, en alusión al estilo oratorio del primer ministro De Wever.
La reforma ha sido especialmente criticada por los sindicatos, que denuncian que perjudica a los trabajadores de menores ingresos. La legislación introduce beneficios para quienes superen los 35 años de cotización, pero impone penalizaciones a quienes no alcancen ese umbral. El gobierno de De Wever, formado tras ocho meses de negociaciones, incluye una coalición de cinco partidos de derecha, centro y la formación socialdemócrata Vooruit. La adhesión de esta última fue clave para el estallido de la huelga, después de que el sindicato cercano a los socialdemócratas advirtiera que convocaría movilizaciones si se unía al gabinete.