El presidente de China, Xi Jinping, ha presidido una reunión con Jack Ma, cofundador de Alibaba, y otros destacados empresarios este lunes en Pekín, en un gesto que busca reforzar la confianza en el sector privado tras años de estricta regulación. Según informa la prensa estatal, al encuentro también han asistido el fundador de Xiaomi, Lei Jun; el director de Meituan, Wang Xing; el empresario Wang Xingxing, de la firma de robótica Unitree; y el fundador de Huawei, Ren Zhengfei. También ha estado presente el primer ministro Li Qiang.
El encuentro se produce tras un periodo de fuerte intervención estatal en el sector tecnológico y financiero, que tuvo su punto álgido en 2020 con la cancelación de la salida a bolsa de Ant Group, filial de Alibaba. Desde entonces, el gobierno ha promovido una mayor supervisión de las empresas tecnológicas, afectando tanto a su crecimiento como a la inversión en el país. No obstante, la desaceleración económica ha obligado a Pekín a suavizar su postura. “El hecho de que Xi Jinping participe directamente en esta reunión envía una señal política muy clara”, afirma profesor de la Universidad de Ciencias Sociales de Singapur You Chuanman en Bloomberg.
El impacto del encuentro ya se ha reflejado en la bolsa, impulsando el precio de mercado de Alibaba y otras compañías tecnológicas chinas. Sin embargo, persisten dudas sobre si este gesto se traducirá en un cambio real de política o si se trata únicamente de una estrategia para contener la incertidumbre en el sector privado. “No es un giro de 180 grados, sino un intento de fomentar la confianza”, añade You. Aún está por verse si el gobierno implementará medidas concretas para favorecer de forma específica a estas empresas.
La incertidumbre sigue siendo la tónica predominante, a pesar de los gestos de apoyo hacia el sector privado. Como apunta el experto Michael Pettis en redes sociales, los problemas que enfrentan las empresas privadas en China, como la sobrecapacidad y la débil demanda interna, no se deben tanto a un cambio ideológico en las políticas del gobierno, sino a una reorientación estructural de los recursos hacia sectores preferidos por el estado. “Si Pekín mantiene sus objetivos de crecimiento del PIB, es probable que el sector privado siga enfrentando los mismos problemas, incluso si se produce una mejora temporal en el sentimiento económico”, advirtió Pettis. De este modo, el futuro del sector privado chino dependerá no solo de los gestos simbólicos de apoyo, sino de si las autoridades realmente abordan las raíces estructurales de los problemas económicos del país.