¡Adelante!

A nivel histórico, el socialismo no puede entenderse sin la creación de una cultura propia: todo un sistema de instituciones, narrativas, prácticas y eventos en los que se cristalizaba una forma de entender el mundo. Mientras la cultura de la burguesía y las clases medias oscilaba entre el individualismo liberal y el comunitarismo reaccionario, fundados ambos sobre el culto al orden capitalista, la división de clases y la propiedad privada, el socialismo podía oponerle una cultura igualitaria y fraterna, una cultura emancipatoria de lucha y asociación, fundada no en el poder del dinero y las jerarquías, sino en la capacidad de organización de la clase trabajadora, en la que palpitaba la promesa de un mundo nuevo.

Hoy de esa cultura quedan poco más que las cenizas. El movimiento obrero que la construyó lleva hoy una existencia deformada. Sus partidos fueron liquidados e integrados en el Estado. Lo mismo se aplica a sus grandes sindicatos. La conciencia socialista que lo sostenía entró en crisis. Por el camino, el tejido institucional y asociativo en el que se cimentaba la independencia de la clase trabajadora ha sido desmantelado.

Sin bases materiales, sin estar arraigada en una serie de prácticas e instituciones, la conciencia socialista no puede tomar cuerpo y expandirse. No hablamos solo de partidos y sindicatos en abstracto, sino de las bases institucionales a través de las cuales existían y de las que extraían su fuerza: las células, asambleas, congresos, movilizaciones, espacios, periódicos, revistas y, por último, el tema que hoy nos ocupa: los grandes eventos colectivos en los que la militancia revolucionaria podía encontrarse y celebrar la grandeza de sus objetivos, el poder de su comunidad, y su férrea voluntad de lucha. La recomposición de un movimiento revolucionario es la reconstrucción de todo este tejido desde la base de unos principios político-estratégicos coherentemente orientados hacia los fines del socialismo.

Desde estas coordenadas sacamos Adelante, un Encuentro de Jóvenes Socialistas. El formato no reinventa ninguna rueda: la rueda, al fin y al cabo, ya es una buena idea. Lo suyo es construirla y ponerla a rodar. Y hacerlo, claro está, desde la estricta independencia: sin dinero del estado, sin grandes donantes, sin bancos que perdonan mágicamente deudas, sin generosos padrinos privados ni la mano paternalista de los grandes sindicatos y partidos parlamentarios. Hacerlo, en otras palabras, con la fuerza de la organización, como un gran proceso de trabajo desinteresado y consciente, lo que ya en sí mismo sirve para encarnar los valores que defendemos; ya es, por lo tanto, un modelo de expansión de una cultura que rechaza las miserias del individualismo, el vacío hedonista y la resignación cínica. En todo lo anterior, el Adelante recoge no solo el testigo de nuestras tradiciones históricas, sino el ejemplo dado por el Gazte Topagune Sozialista desde hace años, y las Trobadas de Joves organizadas en Cataluña el curso pasado.

Adelante no es un acontecimiento aislado, sino un paso más de un camino de recomposición organizativa y política cuya desesperada necesidad es demostrada día tras día por el ahondamiento de una barbarie que no cesa. Eventos como este, cabe insistir, son importantes solo en tanto que parte del proyecto en que se insertan: sirven para ganar fuerzas, claridad y cohesión para lo realmente decisivo, que es la militancia cotidiana, el trabajo paciente de la lucha política y la construcción organizativa, así como la laboriosa recomposición de una conciencia socialista que debe ser el centro de todo el proceso.

Mientras la izquierda reformista demuestra grotescamente su miseria política combinando el confusionismo con la lucha cainita por los sillones, nosotros debemos seguir avanzando paso a paso, sin atajos ni saltos al vacío, con la vista puesta en esos grandes objetivos finales que dan sentido y fuerza a todo el trayecto. Que el Adelante sea un espacio para encontrarnos y aprender conjuntamente, para reafirmarnos en nuestros ideales y fortalecer nuestro proyecto, para celebrar en tiempos sombríos el poder de la organización y el vigor de nuestra voluntad de lucha. Que el Adelante sirva, como su propio nombre aspira a recoger, para armarnos de claridad y energía ante los retos que vienen, dando ímpetu al espíritu de combate y entrega que una vez animó a los socialistas que nos precedieron, y que tanto necesitamos para afrontar el futuro.