Un terremoto de magnitud 7,7 sacudió el centro de Myanmar el 28 de marzo, seguido de una réplica de 6,7 minutos después. El epicentro se ubicó en la región central del país y afectó gravemente a Mandalay, la segunda ciudad más grande.
Según recoge The Guardian de reportes de la junta militar que gobierna Myanmar, el número de fallecidos ha superado los 1.000, con 2.376 heridos y 30 personas desaparecidas. En Tailandia, el sismo causó el colapso de un edificio en construcción en Bangkok, con seis víctimas mortales confirmadas, 26 heridos y 47 desaparecidos.
Las autoridades locales han declarado el estado de emergencia en las seis regiones más afectadas y han solicitado asistencia internacional. China, Rusia, India y Malasia han enviado equipos de rescate y suministros.
El director del Programa Mundial de Alimentos en Myanmar, Michael Dunford, afirmó que “se necesitarán días o semanas para evaluar el impacto real del desastre”. Organizaciones humanitarias han advertido sobre las dificultades de acceso debido al conflicto armado en el país, que ha limitado la distribución de ayuda en zonas afectadas.
El sismo, considerado el más fuerte en más de un siglo según el Servicio Geológico de Estados Unidos, también ha provocado daños estructurales en Bangkok. Las autoridades tailandesas han movilizado drones con sensores térmicos para localizar a personas atrapadas.
Mientras continúan las tareas de rescate, hospitales en Myanmar han solicitado donaciones de sangre debido al alto número de heridos. La ONU ha asignado cinco millones de dólares para las primeras acciones de emergencia, mientras organismos internacionales siguen evaluando la respuesta humanitaria.