Este 25 de abril, Portugal celebra el 51º aniversario de la Revolución de los Claveles, el levantamiento cívico-militar que en 1974 derrocó la dictadura del Estado Novo, poniendo fin a 48 años de represión fascista y allanando el camino para la conquista de las libertades políticas y la descolonización de las colonias portuguesas.
Esta gesta, liderada por el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), tuvo un carácter profundamente popular gracias al papel decisivo de los movimientos obreros, los sindicatos y el Partido Comunista Portugués (PCP). Desde la resistencia clandestina hasta la movilización masiva de trabajadores que paralizaron fábricas y ocuparon tierras, estos actores dieron a la revolución política su carácter social, simbolizado por los claveles rojos colocados en los fusiles de los soldados.
Además, el MFA tuvo también un componente generacional: la mayoría de los oficiales y soldados implicados en la revolución pertenecían a una generación más joven, que se oponía a la dictadura de Estado Novo liderada por Salazar y su sucesor Caetano. Muchos de estos soldados eran conscriptos, lo que significa que no formaban parte de una elite militar profesional, sino que en su mayoría eran jóvenes de clase trabajadora llamados al servicio militar obligatorio durante su juventud, sin una implicación ideológica o profesional con el régimen. Estos militares jóvenes y oficiales subalternos fueron capaces de llevar a cabo la sublevación y derrocar el gobierno sin gran resistencia de la cúpula de las fuerzas armadas, que en su mayoría estaban dominadas por oficiales leales al régimen.
El papel de los movimientos obreros y el PCP también fue crucial tanto en los años previos como durante la revolución. En la clandestinidad, el PCP organizó redes de resistencia, distribuyendo propaganda y coordinando acciones contra el régimen de Salazar y Caetano, mientras los sindicatos, fuera de la influencia del Estado y sometidos a una brutal represión, fomentaban la conciencia política desde los centros de trabajo.
El 25 de abril de 1974, cuando la canción Grândola, Vila Morena sonó en la radio como señal del levantamiento, estas dos vertientes del movimiento se unieron inundando las calles del país, asegurando el éxito de la operación sin derramamiento de sangre. En los meses siguientes, la movilización popular liderada por comités de trabajadores y campesinos impulsó reformas como la nacionalización de bancos y la reforma agraria, medidas que se quedaron a medio camino.
En la jornada de hoy, Lisboa se ha convertido en el epicentro de las ceremonias, celebraciones y marchas que recuerdan el acontecimiento. En el Terreiro do Paço, el presidente Marcelo Rebelo de Sousa y el primer ministro Luís Montenegro han presidido el acto oficial que ha recordado la gesta de las tropas lideradas por el capitán Salgueiro Maia en 1974, según informa Jornal de Notícias.
Además, la Asociación 25 de Abril, que reúne a militares veteranos de la revolución y demás organismos como sindicatos, partidos políticos y movimientos sociales han convocado actos de conmemoración. Sin embargo, las celebraciones de este año se ven matizadas por debates sobre el auge de la ultraderecha tras las elecciones de marzo de 2024, donde el partido Chega se ha consolidado como tercera fuerza política.