La creciente inestabilidad en torno a la política monetaria y comercial de los Estados Unidos de América ha llevado a un aumento sostenido en la diversificación de las reservas internacionales por parte de los bancos centrales de diferentes países, según advierte en East Asia Forum el economista Barry Eichengreen, profesor de la Universidad de California, Berkeley.
Aunque el dólar sigue siendo la moneda predominante en las finanzas globales, las tensiones derivadas de los anuncios de aranceles por parte del presidente estadounidense Donald Trump —incluidos los del pasado 2 de abril— han reforzado el debate sobre la fiabilidad del dólar como pilar del sistema monetario internacional.
Esta tendencia no implica una sustitución directa del dólar, sino un movimiento hacia “un portafolio más diversificado”. Según Eichengreen, este desplazamiento no se ha concentrado exclusivamente en otras divisas tradicionales como el euro o el yen japonés, sino en “monedas de economías pequeñas y bien gestionadas”. Entre ellas destacan el dólar australiano, el dólar canadiense, el won surcoreano, el dólar de Singapur y varias monedas escandinavas. “Estas monedas son relativamente estables, bien gestionadas y ofrecen beneficios de diversificación”, explicaba Eichengreen en su artículo publicado el 27 de abril.
Desde 2020, las divisas no tradicionales han ganado terreno en las reservas asignadas a nivel mundial. Aunque el yuan chino representaba el 25% de esas reservas hace cinco años, su participación ajustada ha caído al 17%. En contraste, el won surcoreano ha pasado del 8% al 14% en el mismo periodo, mientras que el dólar australiano, a pesar de una ligera caída nominal, mantiene una cuota significativa del 18%. Estos datos muestran no sólo decisiones estratégicas, sino también los efectos de las fluctuaciones cambiarias, que afectan el precio en dólares de las tenencias existentes.
Uno de los factores que ha facilitado esta diversificación es la evolución tecnológica y financiera en los mercados emisores de estas monedas. La reducción de los márgenes de compra-venta, sumada a mayores rendimientos en ciertos periodos, ha hecho que las monedas no tradicionales sean más atractivas para las autoridades monetarias. “Muchas de estas monedas ofrecían rendimientos positivos cuando los tipos de interés de las principales divisas estaban cercanos a cero o en terreno negativo”, señala el informe.
El ascenso de estas monedas no implica necesariamente un liderazgo monetario por parte de los gigantes regionales como China o Japón. Eichengreen apunta que “Asia desempeñará un papel significativo, pero ese papel no recaerá únicamente en las economías más grandes”. En su lugar, apunta que podría consolidarse un “una mayor variedad de emisores de moneda de reserva”.