Más de 68 millones de filipinos han sido convocados este lunes a las urnas para elegir a la mitad del Senado, la totalidad de la Cámara de Representantes y más de 18.000 cargos locales, incluyendo alcaldías y consejos municipales, de acuerdo con fuentes filipinas oficiales y agencias internacionales.
Las elecciones, que se celebran a mitad del mandato presidencial, son vistas como un plebiscito sobre las políticas del presidente Ferdinand Marcos Jr., quien no se juega el cargo pero sí su respaldo parlamentario y territorial.
La jornada electoral transcurre en un contexto de fuerte enfrentamiento político entre Marcos Jr. y la vicepresidenta Sara Duterte, destituida por la Cámara de Representantes en febrero y pendiente de un proceso en el Senado que podría inhabilitarla para cargos públicos, según informa Europa Press.
La tensión entre las dos principales dinastías políticas del país ha marcado la campaña y la jornada electoral. Sara Duterte, acusada de corrupción y de conspirar para asesinar al presidente, ha denunciado “persecución política”, mientras que su padre, el expresidente Rodrigo Duterte, fue arrestado en marzo y trasladado a La Haya para ser juzgado por la Corte Penal Internacional, acusado de crímenes de lesa humanidad durante su mandato y su etapa como alcalde de Davao.
En Davao, varios miembros de la familia Duterte compiten por cargos clave, en un contexto de alta polarización y protestas familiares por la detención del exmandatario.
La jornada electoral ha estado marcada por la violencia, con varios incidentes mortales en distintas regiones del país, según reportan la policía y la Comisión Electoral de Filipinas.
Observadores internacionales y organizaciones locales coinciden en que el resultado de estos comicios será clave para definir las correlaciones de fuerzas de ambos partidos en el Congreso y en las administraciones locales, así como el futuro de la vicepresidenta Duterte y la influencia de las principales familias políticas de Filipinas.