Colectivos de Iruñerria denuncian criminalización de sectores empobrecidos tras la operación ‘Karpi’

Exigen la inmediata suspensión de las prácticas que perpetúan la criminalización estructural de los sectores sociales más precarizados.

Miembros del Consejo Socialista de Iruñerria, Salhaketa Nafarroa, Dar Etxea, el Punto de Información para Personas Migradas, Elkarri Laguntza, Paris 365, Elkarte, Haritu y SOS Racismo Nafarroa, denunciando la ‘Operación Karpi’.
Foto: Gedar Langile Kazeta

En Iruñea (Nafarroa), recientemente la Policía Foral y la Policía Municipal llevaron a cabo la llamada operación Karpi, que tras ser grabada en vídeo, tuvo una enorme difusión en redes: tanto el Gobierno de Navarra como los medios de comunicación la compartieron ampliamente. A raíz del revuelo mediático generado, este martes han comparecido diversos colectivos de Iruñerria: el Consejo Socialista de Iruñerria, Salhaketa Nafarroa, Dar Etxea, el Punto de Información para Personas Migradas, Elkarri Laguntza, Paris 365, Elkarte, Haritu y SOS Racismo Nafarroa.

Han denunciado que la “visibilidad” que se ha querido dar a la intervención policial no era en absoluto necesaria en “operaciones previamente planificadas”: “Entendemos que la exhibición pública y mediática de la acción, más que garantizar un proceso eficaz o proporcionado, la convierte en una herramienta de propaganda o de castigo social, buscando generar un impacto social y mediático en la sociedad y los medios a través de la escenificación del castigo”.

Los colectivos mencionados advierten además que las imágenes difundidas en torno a la operación “refuerzan estereotipos sociales” y que dar detalles sobre la nacionalidad, origen étnico o situación administrativa de las personas detenidas alimenta discursos racistas y xenófobos. Añaden que todo esto “genera una alarma social innecesaria y hace pensar que determinados barrios o colectivos son peligrosos por sí mismos […], reforzando discursos de odio y exclusión”.

Producción audiovisual

“Resulta curioso que, la mayoría de las veces, cuando la ciudadanía ejerce su derecho a grabar actuaciones policiales, se les amenaza o sanciona por infringir la Ley de Seguridad Ciudadana”, recuerdan: “En esta ocasión se ha decidido grabar íntegramente la intervención y publicarla de inmediato”. Así, señalan que lo difundido ha sido una “producción audiovisual”; “de hecho, la filtración y difusión del vídeo de la operación, y el uso oportunista por parte de la extrema derecha, han servido para expandir un discurso racista, punitivo y autoritario”.

En relación a esto, recuerdan que las operaciones policiales “han tenido múltiples ensayos previos en nuestras calles a través de los controles de identidad racistas que ocurren a diario, donde se controla y clasifica a la población racializada”, aunque habitualmente no se graban. Denuncian que estos controles van en aumento, “alimentando la narrativa que justifica una presencia policial constante”. “No es una herramienta para prevenir o combatir la delincuencia, sino un laboratorio de experimentación de exclusión y límites normativos”, añaden: “Los conflictos políticos y sociales no se resuelven con represión”.

Vía tecnocrática: Policía, control, castigo

Los colectivos reunidos han expresado su preocupación porque “los discursos de odio y exclusión encuentran un eco preocupante en las políticas públicas y en el discurso institucional y social”. “La venta de seguridad, control y orden como mercancía política, de izquierda a derecha, demuestra que el miedo se ha convertido en el principal motor de la movilización electoral en un contexto de creciente incertidumbre global”, afirman.

Junto a esto, consideran que “se está optando por una vía tecnocrática para gestionar el malestar ciudadano”, en lugar de abordar “las causas estructurales de la inseguridad”; es decir, “más policía, más cámaras, más castigo”. Y opinan, además, que todo esto no responde solo a los intereses del “status quo”: “Se adapta perfectamente a las ansiedades de las clases medias”.

Por ello, los colectivos mencionados exigen “responsabilidad institucional, precisión informativa y la inmediata suspensión de las prácticas que perpetúan la criminalización estructural de los sectores ya precarizados de nuestra sociedad”.