Al menos 33 palestinos que buscaban alimentos figuran entre los 73 asesinados en Gaza solo este miércoles, en una nueva jornada marcada por tiroteos sin provocación en los centros de la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), gestionados por EE. UU. y el Estado de Israel.
Según investigaciones de Associated Press y testimonios recogidos por Quds News Network, los contratistas estadounidenses encargados de la “seguridad” dispararon munición real, lanzaron granadas aturdidoras y usaron gas pimienta contra multitudes desesperadas, incluso cuando no existía amenaza alguna. Vídeos obtenidos por estos contratistas muestran a guardias celebrando y animándose entre sí tras disparar a palestinos durante el “control de multitudes”.
Dos empleados estadounidenses, que hablaron bajo anonimato, describieron un “entorno caótico y peligroso, con personal armado sin formación ni control efectivo, autorizado de facto a actuar a su antojo”. Relatan que en ocasiones se disparaba al aire, al suelo y, en ocasiones, directamente hacia los civiles. En algunos casos, los disparos continuaban incluso cuando la multitud ya se dispersaba.
Los centros, financiados con 30 millones de dólares de fondos estadounidenses y situados en zonas bajo ocupación militar israelí, están cerrados a la prensa y monitorizados en tiempo real por analistas estadounidenses e israelíes mediante cámaras y software de reconocimiento facial.
El resultado es una cadena de masacres: más de 300 palestinos han sido asesinados en tan 48 horas, la mayoría mientras intentaban acceder a comida. Organizaciones de derechos humanos y la ONU denuncian que estos centros actúan como mataderos humanos, y acusan al Estado de Israel y a sus aliados de utilizar el hambre y el terror como armas de guerra. Mientras tanto, la impunidad reina: los responsables celebran los disparos y la represión, y el acceso a la verdad es bloqueado sistemáticamente.