El ministro de Transformación Digital de Ucrania, Mykhailo Fedorov, hizo la semana pasada un llamamiento público a empresas del sector armamentístico para que prueben sus productos “en condiciones reales” en territorio ucraniano. La declaración fue realizada durante su intervención en la conferencia LAND-EUR, organizada por SAE Media Group en Wiesbaden (Alemania) el pasado 10 de julio, donde participaron altos cargos militares, responsables gubernamentales y fabricantes de tecnología militar terrestre. Según las declaraciones recogidas por recogida por el medio especializado Breaking Defense, Fedorov afirmó: “Si tenéis sistemas que necesitáis validar o probar en condiciones reales, Ucrania es el sitio donde hacerlo”.
Fedorov destacó que uno de los activos estratégicos de Ucrania es “su capacidad para acelerar el tránsito de idea a despliegue operativo” en el campo de batalla: “En ningún lugar del mundo una idea pasa del PowerPoint al frente en tan poco tiempo. En una semana puede estar en uso en la línea del frente”, sostuvo el ministro.
También aludió a sistemas de inteligencia artificial, reconocimiento automatizado y logística digital, apuntando que Ucrania ofrece un “entorno único” para “mejorar soluciones innovadoras en combate”. Por ello, el ministro aprovechó para presentar los “avances” del Fondo de Innovación para Tecnologías de Defensa, creado por su ministerio para financiar iniciativas conjuntas entre el sector público y empresas privadas.
‘Gamificación’: el campo de batalla convertido en un videojuego
Los representantes del Gobierno ucraniano detallaron la ampliación de su sistema de incentivos basado en técnicas de videojuegos aplicadas a la guerra con drones. El sistema “Army of Drones: Bonus” y la plataforma Brave1 Market permiten a las unidades militares ucranianas obtener puntos (“e-points”) por cada destrucción de equipo enemigo confirmada en vídeo, puntos que pueden canjearse por material militar en un mercado digital apodado por sus responsables “el Amazon para la guerra” . “El sistema garantiza que los operadores de drones más eficaces reciban primero nuevas unidades”, explicaba Fedorov en declaraciones recogidas por The Economist. El objetivo declarado es “agilizar la entrega de tecnología”, “reducir la burocracia” y “asegurarse de que el material llega allí donde demuestra ser más útil”.
El programa premia de forma diferenciada: destruir objetivos de alto valor militar, como tanques T-90M, proporciona más puntos y un acceso prioritario a nuevos drones y otros equipos. Según el propio Fedorov, la plataforma permite que “las unidades sobre el terreno decidan qué equipo necesitan en lugar de una decisión impuesta desde arriba”.
El sistema, operativo desde agosto de 2024, motiva también a las tropas a registrar cada impacto. Por ejemplo, el batallón 414 “Birds of Magyar”, una de las unidades pioneras, se mantiene en el primer puesto del ranking con más de 16.000 puntos y es responsable directo, según fuentes oficiales, del 8% de los blindados rusos destruidos por Ucrania.
El esquema de “gamificación” militar se ajusta regularmente: el valor en puntos de los objetivos se actualiza en función de las prioridades tácticas. Así, al duplicarse los puntos por cada baja infligida a operadores de drones enemigos, la atención de las unidades cambió, incrementando la presión sobre esos perfiles y, según Fedorov, “doplicando el número de bajas en la infantería rusa” tras ajustes similares.
Críticos y observadores internacionales advierten sobre el impacto ético de este sistema y señalan que, aunque la cuantificación de bajas es un viejo recurso militar, la novedad reside en “la transferencia de dinámicas típicas de plataformas de videojuegos a la gestión real del combate”, y en la descentralización de la decisión de compra de material hacia las unidades que actúan directamente en el frente.
El uso de estas mecánicas ha despertado críticas de algunos especialistas críticos, que alertan de los peligros de convertir el combate en una competición puntuable, un juego, algo entretenido. Advierten del riesgo de deshumanización cuando las bajas se traducen en recompensas materiales. El sistema recuerda, en parte, al uso del “body count” como indicador de éxito militar en guerras pasadas, pero con una capa digital y gamificada que preocupa por su impacto psicológico y por cómo puede distorsionar la percepción de la realidad en el uso de la violencia armada.