Ford ha anunciado un drástico recorte de 4.000 empleos en Europa, que se implementará antes de 2027, atribuyendo la medida a la caída en la demanda de vehículos eléctricos (EV) y a la presión de competidores chinos. Este “ajuste” afecta especialmente a Alemania, con 3.000 despidos, y al Reino Unido, con 800, que representan el 14 % de su plantilla en el continente. Las instalaciones británicas de Dagenham y Halewood se libran por ahora, pero los sindicatos del lugar alertan de la falta de un plan de transición laboral que proteja a los trabajadores en medio de esta reestructuración masiva.
La medida llega en un contexto donde Ford acumula pérdidas en Europa desde hace años, lo que ha llevado a reducir su gama de vehículos y centrarse en segmentos más rentables. Sin embargo, su estrategia en la transición hacia los coches eléctricos ha sido errática, según apunta Financial Times. Aunque la compañía ha invertido 2.000 millones de dólares en adaptar su planta en Colonia para producir vehículos eléctricos, ahora reducirá la fabricación de su SUV eléctrico Explorer, lo que podría implicar aún más recortes de horas laborales. A esto se suma la advertencia de su CEO, Jim Farley, de que los EV “requieren hasta un 40 % menos de personal”, lo que pone en entredicho qué sucederá con gran parte de los trabajadores de Ford en un momento de transformación industrial.
El anuncio también pone de relieve la creciente presión en la industria automotriz europea, donde empresas como Volkswagen enfrentan amenazas de huelga por parte de sindicatos que denuncian cierres de fábricas y despidos masivos. Aunque Ford ha pedido “políticas gubernamentales más claras” para fomentar la movilidad eléctrica, sus decisiones de recorte contrastan con esta demanda, que pone todos los costos de la transición sobre los empleados. Mientras la compañía se reestructura para adaptarse a un mercado más competitivo, las consecuencias humanas y sociales de estos ajustes siguen siendo motivo de crítica y debate.