La mortalidad infantil en menores de cinco años alcanza mínimos históricos, pero persisten grandes desigualdades

La OMS advierte que los niños más pobres tienen el doble de probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años en comparación con los más ricos, mientras la tasa de mortalidad de los que nacen en zona de guerra es tres veces mayor.

Bebés palestinos en una incubadora en el hospitalk Al Shifa de Gaza.
Foto: @JamilChade (X)

Según un informe reciente de Naciones Unidas, la mortalidad infantil en menores de cinco años ha descendido significativamente en las últimas dos décadas, alcanzando en 2022 su cifra más baja de la historia. En concreto, la tasa de mortalidad mundial ha caído un 51% desde el inicio del siglo XXI, lo que se traduce en una reducción de 4,9 millones de muertes en 2022. Este avance es considerado un ejemplo claro de progreso cuando se asignan los recursos adecuados a la atención primaria de salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) destacó que “es posible progresar cuando se asignan recursos suficientes a la salud y el bienestar infantil”.

Sin embargo, la OMS también advierte sobre las profundas desigualdades que siguen afectando la mortalidad infantil. Los niños de hogares más pobres tienen el doble de probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años en comparación con aquellos de familias más ricas. Este riesgo se incrementa aún más en zonas afectadas por guerras o en entornos frágiles, donde los menores tienen casi tres veces más probabilidades de morir. Las muertes de recién nacidos representan casi la mitad de las muertes de niños menores de cinco años, destacando la urgencia de mejorar las condiciones de atención en el parto y en las primeras etapas de vida.

A pesar de los avances, la OMS recuera que muchas de estas muertes son evitables y están relacionadas con complicaciones durante el parto, enfermedades infecciosas como la neumonía, la diarrea o la malaria. La organización también subraya los desafíos adicionales que enfrentan los sistemas de salud globales, como el aumento de la desigualdad económica, los conflictos en diversas regiones, el cambio climático y las epidemias. Si no se toman medidas urgentes, hasta 59 países podrían no alcanzar el objetivo de reducir la mortalidad infantil a 25 muertes por cada 1.000 nacidos vivos para 2030, lo que podría resultar en la pérdida de 35 millones de vidas infantiles.