El Parlamento de libanés ha elegido a Joseph Aoun, jefe del ejército del país, como nuevo presidente tras más de dos años sin un líder en el cargo. En una segunda votación, Aoun ha obtenido 99 votos de los 128 escaños, superando el umbral de 86 votos necesarios. Este resultado pone fin a un largo estancamiento político y coincide con un frágil alto el fuego entre Israel y el grupo armado Hezbolá, mientras el país busca apoyo internacional para su reconstrucción. La elección fue celebrada como un avance significativo por observadores locales e internacionales, incluyendo la embajadora de Estados Unidos en Líbano, Lisa Johnson.
Joseph Aoun, considerado el candidato preferido por Estados Unidos y Arabia Saudí, se enfrenta ahora a desafíos formidables. Entre sus primeras tareas estará gestionar el despliegue de tropas libanesas junto a fuerzas de paz de la ONU en el sur del país, en cumplimiento del alto el fuego que expirará en 17 días. También deberá nombrar un primer ministro que impulse reformas económicas exigidas por acreedores internacionales para mitigar la grave crisis financiera que atraviesa Líbano, considerada la peor de su historia. Diversas figuras internacionales, como el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, Christophe Lemoine, han señalado la necesidad de que la elección de Aoun sea seguida de acciones concretas para estabilizar el país.
En su discurso de aceptación, Aoun destacó su intención de “construir” un Líbano inclusivo, subrayando que el consenso político es esencial para la paz civil. Su elección fue bien recibida por países como Arabia Saudí, Irán y Francia, y por organismos internacionales como la ONU. Sin embargo, analistas advierten que el nuevo presidente enfrentará divisiones sectarias profundas y la presión de actores políticos locales, como Hezbolá, lo que complicará la implementación de las reformas necesarias para la recuperación económica y política del país.
Sistema de elección
El sistema de nombramiento del presidente en Líbano está diseñado para sostener el delicado equilibrio etnorreligioso del país, establecido en el Pacto Nacional de 1943 y reforzado por el Acuerdo de Taif de 1989. De acuerdo a este sistema, el presidente debe ser cristiano maronita, el primer ministro musulmán suní y el presidente del Parlamento musulmán chií. El presidente es elegido por el Parlamento mediante una votación secreta, requiriendo una mayoría de dos tercios en la primera ronda para ser electo, o mayoría absoluta (mitad más uno) en las rondas posteriores. Este proceso, aunque representativo, a menudo queda bloqueado por tensiones y desacuerdos políticos entre las diferentes facciones, como lo demuestra el vacío de poder que ha precedido a la elección de Joseph Aoun.