La Franja de Gaza enfrenta una reconstrucción monumental tras más de 15 meses de bombardeos israelíes que han dejado su infraestructura en ruinas y a sus 2,3 millones de habitantes en condiciones catastróficas. Según la ONU, dos tercios de los edificios de Gaza han sufrido daños, con más de 52.000 completamente destruidos. Además, se calcula que alrededor del 90% de las viviendas han sido dañadas o demolidas, junto con hospitales, escuelas y sistemas de agua. El costo estimado de la reconstrucción supera los 40.000 millones de dólares, y expertos advierten que podrían pasar décadas antes de que Gaza recupere su funcionalidad básica, especialmente bajo las actuales restricciones del bloqueo israelí.
Los desafíos logísticos incluyen la retirar de 42 millones de toneladas de escombros y la limpieza de 7.500 toneladas de municiones sin detonar, tareas que podrían tomar más de 14 años según explican los expertos a la agencia Anadolu. Además, cuestiones de derechos sobre la tierra y vivienda se complican con el regreso de los desplazados, la falta de materiales de construcción debido al bloqueo agrava la situación y el estado de Israel teme que las importaciones de material de construcción sean desviados a la ampliación del misterioso sistema de túneles de la Resistencia Palestina, que ha servido como fortaleza estratégica durante la invasión.
Expertos subrayan la importancia de que “el proceso de reconstrucción sea liderado por los propios palestinos y que respete el tejido social y cultural de Gaza”, en lugar de imponer proyectos desde el exterior que puedan diluir su identidad histórica. Aunque mediadores como Qatar y organizaciones internacionales tutelarán el proceso y se beneficiarán económicamente de la reconstrucción, persisten preguntas sobre quién asumirá el liderazgo del proceso y cómo se garantizará el bienestar de los afectados. Los analistas coinciden en que reconstruir Gaza no se trata solo de reconstruir estructuras, sino de restaurar un tejido social y urbano profundamente dañado.