El mercado inmobiliario del Estado español cerró 2024 con cifras récord, superando incluso los picos de la burbuja de principios de siglo. El precio medio de la vivienda alcanzó los 2.086 euros por metro cuadrado, impulsado por una demanda en constante crecimiento. Las viviendas de obra nueva alcanzaron un máximo histórico de 2.265 euros/m², mientras que las de segunda mano casi igualaron los precios de 2007, situándose en 2.039 euros/m². Este incremento ha dificultado el acceso a la vivienda a millones de personas, pese a las medidas gubernamentales que, según los expertos consultados por El País, “tardarán años en mostrar resultados efectivos”.
La dinámica actual difiere de la crisis inmobiliaria de 2008, ya que el problema radica en la dificultad de acceso a la vivienda para un sector cada vez más numeroso de la sociedad agravado por el encarecimiento, no en el endeudamiento masivo. En 2024, se registraron 636.909 compraventas, con un fuerte aumento en la venta de pisos nuevos (131.764 transacciones, un 22% más que en 2023) y un repunte del 6,4% en viviendas de segunda mano. Para ello, ha sido clave el descenso de los tipos de interés, que ha impulsado la demanda entre sectores más pudientes que la media. Esto también ha atraído a compradores extranjeros, quienes representan casi el 15% del total de transacciones, concentrándose en regiones costeras como Balears, el País Valencià y Canarias.
El impacto de la demanda internacional ha generado tensiones adicionales en el mercado, poniendo en desventaja a los compradores locales más empobrecidos, ya que muchos extranjeros del norte de Europa adquieren propiedades sin necesidad de hipotecas. Esta presión ha elevado no solo los precios de compra, sino también los del alquiler.