La República Popular China ha intensificado su campaña diplomática para obtener respaldo internacional sobre la soberanía de Taiwán, logrando que 70 países respalden su derecho a llevar a cabo “todos” los esfuerzos de unificación, sin especificar que sean pacíficos, según un estudio del Lowy Institute citado por The Economist. Esta batalla diplomática ha sido particularmente efectiva en el sur global, donde Pekín cosechado apoyos después de tantas inversiones e incontables acuerdos estratégicos. En septiembre, 53 países africanos firmaron una declaración conjunta en Pekín reconociendo a Taiwán como parte de la República Popular y respaldando explícitamente sus iniciativas de reunificación.
Mientras tanto, Estados Unidos y sus aliados han reforzado su retórica contra “un cambio unilateral en el estatus de Taiwán”. El 7 de febrero, tras una reunión con el primer ministro japonés Ishiba Shigeru, el presidente estadounidense Donald Trump reafirmó su oposición a cualquier intento de “alteración forzosa de la situación en la isla”. No obstante, China sigue ampliando su influencia, consiguiendo que países como Sri Lanka y Nepal adopten un lenguaje más favorable a su postura en sus declaraciones conjuntas con Pekín. Según Bonnie Glaser, del German Marshall Fund, “muchos gobiernos han tomado conciencia del impacto económico que tendría un conflicto en Taiwán”, lo que podría influir en futuras posturas.
China busca así reducir el riesgo de sanciones internacionales en caso de conflicto, como ocurrió con Rusia en Ucrania. “Pekín ha aprendido de la experiencia rusa y quiere asegurarse de no quedar aislado”, explicó Ja Ian Chong, de la Universidad Nacional de Singapur. A pesar de estos avances diplomáticos, el respaldo real de estos países en una crisis sigue siendo incierto, y la competencia entre China y Occidente por el apoyo global en torno a Taiwán continúa escalando.
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