La capacidad de realizar gastos “no esenciales” cae un 20% en 20 años

Según el INE, cada ciudadano del Estado español destina, de media, un 20% menos a gastos no esenciales y un 7,7% más a costes imprescindibles en comparación con el año 2006.

Imagen de archivo de un supermercado.
Foto: vía 65ymas

El gasto medio anual de un ciudadano del Estado español se situaba en 11.128 euros en 2006 (en precios constantes de ese año), mientras que, según las cifras que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2023 ha caído hasta los 10.247 euros, lo que representa una disminución del 7,9%. Incluso descontando los efectos de la pandemia, los datos del INE muestran que el nivel de gasto no ha recuperado los máximos previos, confirmando que prácticamente dos décadas después se sigue por debajo de las cifras de 2006.

Al separar el consumo en partidas “necesarias” (vivienda, salud, transporte público, educación y alimentación) y “no necesarias” (resto), se observa un incremento del 7,7% en los gastos imprescindibles y una fuerte reducción, del 20,2%, en los prescindibles. Así, mientras antes cada persona podía destinar un euro entero a ocio u otros bienes, ahora solo llega a 80 céntimos. Dentro de los desembolsos que crecen destacan telefonía e internet (+111%), la vivienda (+17,4%) y la salud (+41,4%). Por el contrario, en alimentación se gasta un 15,1% menos, orientándose hacia productos más baratos (por ejemplo, menos carne de vacuno y más carne de ave).

Otro caso ilustrativo es el de la partida de transporte. El gasto en coches nuevos se ha desplomado un 60% respecto a 2006, mientras que el de automóviles de segunda mano apenas cae un 19,5%, lo que envejece de forma notable el parque automovilístico. Así, las familias sustituyen, muchas veces por necesidad, la compra de vehículos nuevos por opciones más económicas o por el transporte público. Esto contrasta con el crecimiento de la factura en vivienda —alquiler y suministros subieron un 20% y un 14,5%, respectivamente— y los gastos en educación, frente al descenso del número total de matriculados en las universidades públicas.

Como resultado, se observa claramente que el consumidor medio gasta menos en ocio, restauración, viajes, ropa o menaje del hogar, frente a un escenario en el que necesidades básicas como el acceso a una vivienda digna, la atención médica o la educación superior demandan cada vez más recursos propios. Por tanto, la comparativa entre generaciones muestra claramente que, a pesar de las voces que habitualmente acusan a la juventud de “gastar demasiado” en ocio y viajes, son precisamente los jóvenes los que se ven obligado a ajustar su consumo y a destinar una parte cada vez mayor de su presupuesto a lo estrictamente necesario, mientras que las generaciones mayores han gozado de un nivel de relativamente superior.