Europa se rearma. Desde las instituciones de la Unión Europea (UE) y sus países miembro, se impulsa una expansión de la industria militar con el argumento de fortalecer la “autonomía estratégica” del continente. El programa Rearm Europe se enmarca en esta lógica: más inversiones en armamento, más producción para las grandes empresas del sector y más recursos públicos desviados hacia la guerra. Pero ¿qué consecuencias tiene realmente este proceso? ¿A quién beneficia y qué efectos tendrá sobre la clase obrera? Frente a la retórica oficial que presenta esta militarización como una “necesidad histórica”, surgen voces críticas que advierten sobre sus riesgos y sus verdaderos intereses de fondo.
Una de esas voces es la de Pere Ortega, historiador y analista especializado en estudios de paz y desarme. Como presidente honorario del Centre Delàs de Estudios por la Paz, ha dedicado años a investigar la industria militar, el comercio de armas y las estrategias de resistencia a la guerra, cuestiones a las que ha dedicado una docena de libros. Desde una mirada crítica, sus obras han desentrañado el papel del complejo militar-industrial y sus vínculos con el poder político. En esta entrevista, Ortega analiza lo que significa Rearm Europe, sus implicaciones reales y las alternativas que pueden abrirse frente a este escenario.
¿Podrías explicar en qué consiste la propuesta Ream Europe y en qué contexto surge?
La guerra Ucrania viene de otro contexto. Se inicia desde el momento en que Ucrania intenta integrarse en la OTAN ante la oposición de Rusia. Hay que entender que para Rusia, tener un país de la OTAN en su frontera puede representar, y de hecho lo es, una amenaza. Si se hubiera hecho caso a las protestas de Rusia, quizás la guerra no hubiera comenzado en 2022. Pero es que además esta guerra empezó en 2014, en la revuelta del Maidán, cuando allí, revuelta o revolución, vaya, para unos, golpe de estado para otros, se derrocó a un gobierno elegido en las urnas, que era prorruso y se instauró uno pro-occidental.
La ciudadanía de Ucrania está más bien dividida. Una minoría, aunque minoría, que es mayoría en la región del Donbás y en Crimea, estaba por quedarse dentro de la protección rusa, sin pedir la independencia, simplemente una situación autonómica que permitiera estar, digamos, bajo la órbita rusa. Eso no lo permitió Kiev y empezó una guerra civil. En ese contexto hay que entender la guerra.
También se ha de entender que la guerra de Ucrania era una guerra que tenía que terminar lo antes posible, porque era posible que se extendiera y se convirtiera en una guerra europea. Porque sería hacer una guerra con un país nuclear que es Rusia.
Yo creo que los líderes europeos se equivocaron dando un soporte unánime a Ucrania. Lo que tenían que haber hecho es buscar un alto el fuego y iniciar negociaciones de paz para poner fin a la guerra. No enviar armas y logística a Ucrania para que continuara una guerra que al final no se podía ganar. Porque ya lo he dicho, no se puede ganar una guerra a una potencia nuclear, porque siempre tendrá como último recurso, Rusia en este caso, el arma nuclear. Y, por lo tanto, hay que hacer las paces sí o sí.
La propuesta del rearme surge por el miedo, infundado según mi parecer, de que Rusia invadirá, tras la guerra de Ucrania, algún país europeo de la UE o la OTAN y que hay que rearmarse para hacerle frente o evitarlo. Infundado porque es imposible que Putin desee una guerra mundial, que es lo que provocaría un ataque a un país europeo.
¿Cuál es el origen del plan Rearm Europe? ¿Se debe meramente a motivos de actualidad y sucesos recientes o se remonta tiempo atrás?
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, un personaje del que se desconoce qué va a hacer en política exterior, ha llenado de alarma a Europa por una simple razón: decir que quiere hacer las paces con Vladimir Putin, cuando los gobiernos de los países europeos y de la OTAN lo consideran el enemigo número uno. Crea la sensación de que Trump y Putin se van a poner de acuerdo. En realidad, los dos son unos autócratas, y por lo tanto, es fácil que lleguen a un acuerdo.
El temor y el miedo se ha instalado en las mentes de los gobernantes europeos, pensando en que Donald Trump abandonará su interés por la defensa y la seguridad de Europa. Inmediatamente se han puesto de acuerdo para poner en marcha un rearme que va a poner las bases industriales militares para la producción de armamentos que hagan posible una defensa europea autónoma de EEUU. Cosa nada fácil, ya que la opción que barajan es crear dentro de la OTAN un pilar militar estrictamente europeo pero que pueda beneficiarse del mando conjunto, instalaciones e infraestructuras ya existentes. Desde luego, tardarían años en hacerlo fuera de la OTAN y sería mucho más costoso. Claro, se tendrá que contar con la autorización del jefe; Donald Trump, que es quién manda en la OTAN.
¿El rearme de Europa puede entenderse realmente como futura ruptura con la OTAN o es la continuidad de su política internacional?
No, desde luego los países europeos no desean eso. Eso representaría un gasto militar enorme, muy superior a los 800.000 millones de euros que proyectan ahora, porque crear la infraestructura del mando conjunto de un ejército europeo sería muy complicado, y por lo tanto, no lo desean. Más bien desean lo contrario: crear un subgrupo dentro de la OTAN, que sea de obediencia estrictamente europea con el permiso de Donald Trump en EEUU.
Lo cierto es que Trump ha abierto una crisis en el interior de la OTAN al negociar una salida a la guerra de Ucrania sin contar son los socios europeos. Pero Europa se equivoca, debería apoyar un alto el fuego y negociaciones de paz que pongan fin a una guerra que era imposible de ser ganada a una potencia nuclear, pues ésta siempre tiene como último recurso la bomba atómica. Por tanto, cuanto antes haya un alto el fuego y negociaciones, mejor para la seguridad de Europa.
¿Puede la tendencia a la militarización de Europa tensionar las relaciones internacionales?
Sin duda. Las relaciones internacionales, desde que llegó Donald Trump a la Casa Blanca, se han tensionado, porque no sabemos exactamente qué quiere este hombre. Parece ser que quiere distanciarse de Europa, quiere llegar a acuerdos para repartirse el mundo en áreas de influencia entre Estados Unidos, Rusia y China.
Eso descoloca a Europa e intenta crear su propia defensa autónoma europea, pero como he dicho antes, eso es muy difícil. De momento han dado un paso: rearmarse, rearmarse hasta los dientes para no depender tanto militarmente de Estados Unidos, haciendo compras conjuntas entre los países de la OTAN y la UE. Porque ahora imaginémonos que en algún momento se produce un conflicto internacional, en el cual Estados Unidos no quiere intervenir, y en cambio Europa sí. Si dependen militarmente de las armas y de los suministros, accesorios y demás de EEUU, no podrían intervenir en ningún conflicto. Por lo tanto, están dando ese paso, que aunque lo disfracen de seguridad, es seguridad militar.
Se ha iniciado el peor de los caminos, armarse hasta los dientes ante un país vecino. Armamentismo, belicismo y militarismo es siempre el preludio de nuevos conflictos y posibles guerras. Cuando el sentido común aconseja a través de la diplomacia, la cooperación, las relaciones comerciales y culturales, el camino de la convivencia, la ONU aconseja en múltiples conferencias que es el camino del desarme buscando un equilibro en las fuerzas militares entre estados el rebajar tensiones que hagan posible una seguridad compartida que evite conflictos.
¿Es posible un ejército europeo único?
Es muy difícil, porque poner de acuerdo a 27 países sin una política exterior común, ni unidad de criterio en defensa, sería imposible. Hay países pro EEUU/OTAN (Bálticos y Polonia), otros pro Rusia (Hungría, Eslovenia), otros más europeístas (Francia, Alemania, España…).
Lo que están poniendo ahora son las bases para poder crear en un futuro, no sabemos cuándo, un comando militar europeo, de obediencia europea independiente o dependiente de la OTAN. También se están empezando a dar los primeros pasos en el ámbito industrial militar para adquirir armas de manera conjunta para no depender tanto de EEUU, donde se compran el 65% de todas las armas europeas.
¿Rearm Europe puede generar tensiones entre los distintos estados miembro de la UE?
Seguramente, porque hay países que ya optan, no por gastar el 2% del PIB; hay algunos que, como Von der Leyen, piden el 3,5. El secretario general de la OTAN ha pedido 3%. Donald Tusk, el presidente de Polonia, ha pedido el 5%. Estamos hablando de cifras que podrían superar el billón de euros anuales. Por lo tanto, son cifras muy difíciles de conseguir. Ahora están hablando de 800.000 millones, pero eso es solo para poner las bases la industria.
Cada país europeo tiene una economía diferente, y por lo tanto, aunque pretendan buscar una solución común, ya sea con bonos del Banco Central Europeo, ya sea con recursos propios de Next Generation que se utilizaron durante la pandemia de la Covid o recortando de otros ministerios, que también puede ocurrir, va a ser muy difícil conseguir ese dinero sin la oposición de la opinión pública y de la oposición política en todos los gobiernos. Porque gastar esas fortunas no será fácil si no hay consenso, empezando por los países miembro.
Por lo demás, cada país seguirá comprando armas según su política, unos en EEUU y los más europeístas en Europa, para no depender tanto de USA.
¿Cuáles podrían ser las consecuencias económicas del plan Rearm Europe?
Estarán a la vista inmediatamente. Gastarse 800.000 millones en cuatro años en armamentos es una catástrofe para la economía productiva. Tienen tres fórmulas para ello: emitir eurobonos desde el Banco Central Europeo; deuda conjunta desde la UE (Next Generation) o recortes en otros ámbitos. Esto lo acabaremos pagando toda la población europea, sin excepción, pero especialmente las capas más deprimidas de la sociedad, que verán cómo se acentúan los recortes en bienestar social: seguridad social, salud, educación y servicios sociales.
Empobrecerá a Europa, ya sea por medio de intereses de la deuda o recortes. Por lo tanto, lo que están poniendo en marcha es en realidad un plan de ajuste para toda la población europea mediante el envío de recursos de la economía real y productiva, que es la civil, a la economía militar, que es una economía improductiva.
Las armas no son bienes de valor social y de consumo: nadie se puede comprar submarino, un portaaviones ni un avión de combate, solo las compran los Estados y para ello deben endeudarse y crean inflación. Eso va a crear problemas, porque la economía productiva es la que hace que los productos tengan un valor y puedan circular por el mercado.
Por lo tanto, destruyen riqueza. Esos mismos recursos dedicados a la producción civil, produciendo bienes de consumo, servirían para producir riqueza y crearían más puestos de trabajo: por cada uno que se crea en la industria militar se crean tres en la industria civil, cinco en salud y siete en educación. Todo esto está estudiado por la Economía Crítica, especialmente por los economistas de Estados Unidos, que es la primera potencia industrial militar mundial, por lo que han podido estudiarlo muy bien. Saben que todos esos recursos en I+D que se dedican a las industrias militares para producir armas y que luego las compre el Pentagono o el Estado van en detrimento de la economía civil, y por lo tanto, del bienestar de la población. Eso ocurrirá también en Europa y en España.
Además, es mentira que las tecnologías que se crean en la industria militar tienen un trasvase a la industria civil, deberían demostrarlo diciendo cuántas son patentadas para su explotación civil; es más bien al contrario, son las tecnologías civiles que son explotadas en el ámbito militar, como el transistor, el microchip, la energía nuclear…