La reconstrucción de Ucrania: financiación e interrogantes

Con la guerra aún en curso, se espera que el coste de la reparación oscile entre 500.000 millones y 1 billón de dólares. La UE se perfila como el principal benefactor, mientras se debate el uso de activos rusos congelados y el posible papel de China en la posguerra.

Destrucción en Jarkov (Ucrania).
Foto: Wolfgang Schwan/Anadolu Agency/Getty Images

La devastación causada por el conflicto en Ucrania está dejado al país en una situación económica y social crítica. Según datos recientes, la economía ucraniana se ha contraído en un 30%, sumiendo a millones en la pobreza.

Sectores clave como la metalurgia y la industria energética han sido severamente golpeados, la interrupción de exportaciones esenciales ha agravado la crisis y se anticipa que una parte de sus explotaciones mineras pasen a manos estadounidenses. Además, la movilización militar ha generado escasez de trabajadores en sectores estratégicos, afectando la productividad y dificultando la recuperación económica.

La reconstrucción de Ucrania se prevé como uno de los mayores esfuerzos de recuperación en la historia reciente. Organismos internacionales han estimado que el costo total oscila entre 500.000 millones y 1 billón de dólares.

La Unión Europea ha tomado la delantera en la financiación, con un paquete de 35.000 millones de euros en préstamos y subvenciones, mientras que el G7 discute la canalización de 45.000 millones adicionales. Una de las principales fuentes de financiamiento en debate es el uso de los intereses generados por los 300.000 millones de dólares en activos rusos congelados en Occidente.

La dependencia de Ucrania de la ayuda externa plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del proceso. El país necesita aproximadamente 4.000 millones de dólares mensuales en asistencia internacional solo para mantener sus servicios básicos y la continuidad del esfuerzo bélico.

Esto ha llevado a un debate sobre la viabilidad de su recuperación sin una base productiva autónoma. China, un actor clave en la reconstrucción de posguerra en otros países, ha mostrado interés en participar en el desarrollo de infraestructura ucraniana, aunque su papel aún es incierto debido a las tensiones geopolíticas.

Además de los desafíos financieros, Ucrania busca aprovechar la oportunidad para convertirse en un “líder en energías renovables”. Existen iniciativas para reconstruir el país utilizando “energía limpia”, lo que podría marcar un precedente global. Sin embargo, la implementación de estos proyectos depende en gran medida del flujo de inversiones y la estabilidad política, factores aún inciertos en el contexto actual.

Además, la carga financiera de esta reconstrucción ha generado debates internos en la UE. Filtraciones recientes de borradores de acuerdo sugieren que la mayor parte de los costos recaerá sobre los contribuyentes de los países miembros, suscitando preocupaciones sobre la sostenibilidad de este esfuerzo. Algunos estados miembros han expresado reservas sobre el alcance de su contribución, mientras que otros abogan un apoyo financiero absoluto a Ucrania.

En conclusión, la reconstrucción de Ucrania es un reto de dimensiones históricas que involucra a múltiples actores internacionales que compiten entre sí. Mientras la ayuda occidental será fundamental en la etapa inicial, la futura estabilidad del país dependerá de su capacidad para reactivar su economía y reducir su dependencia de la financiación externa; una previsión que varios analistas considera improbable.

La participación de China, el uso de los activos rusos congelados, las prioridades del gobierno ucraniano en gasto militar, así como la reconstrucción de la infraestructura civil serán factores determinantes que entrarán en juego desde el primer momento en que se firme un acuerdo.