Ataque armado en Cachemira

El incidente, que ha dejado 28 muertos y más de 20 heridos, provoca que el primer ministro indio Narendra Modi regrese a su país y suspenda su agenda internacional.

Fuerzas armadas indias en Cachemira.
Foto: Reuters

El primer ministro de India, Narendra Modi, ha regresado este miércoles a Nueva Delhi y ha acortado su visita oficial a Arabia Saudita tras el mortífero ataque ocurrido en la región de Pahalgam, en Cachemira. El ataque, que tuvo lugar el 22 de abril, dejó un saldo de 28 muertos y más de 20 heridos, lo que lo convierte en uno de los más devastadores contra civiles en años recientes.

Modi, que había comenzado su viaje a Arabia Saudita, ha celebrado una reunión informativa de alto nivel en el aeropuerto de Nueva Delhi, donde se ha congregado con altos funcionarios como el ministro de Exteriores, S. Jaishankar, y el asesor de Seguridad Nacional, Ajit Doval, para coordinar la respuesta a la crisis, según muestran imágenes oficiales.

El ataque se produjo cuando presuntos militantes se acercaron a un grupo de turistas en una pradera cerca de Pahalgam y abrieron fuego. Los supervivientes relataron que “los agresores apuntaron específicamente a personas que identificaron como no musulmanas”.

La Policía de Cachemira y el Ejército indio han lanzado una operación en la zona para capturar a los responsables, aunque hasta el momento no se ha reportado la detención de ningún sospechoso. Un funcionario de la oficina del comisionado divisional de Cachemira señala que se espera la llegada de un equipo de la Agencia Nacional de Investigación (NIA) para tomar las riendas de la investigación.

Este ataque en Cachemira se suma a un largo historial de violencia en la región, que ha sido un punto de conflicto entre India y Pakistán desde su partición en 1947. La última vez que se registró un ataque de tal magnitud fue en febrero de 2019, cuando un ataque suicida mató a más de 40 policías paramilitares indios.

Según recogen EFE y The Indian Express, Nueva Deldhi acusa a Pakistán de respaldar a los insurgentes, aunque Pakistán niega estas acusaciones. En respuesta a la violencia, las autoridades de la región han impuesto medidas de control más estrictas, y hoy se ha producido un cierre generalizado de comercios e instituciones educativas en Cachemira, con patrullas militares y policiales recorriendo las calles de Srinagar y otras ciudades cercanas al ataque. Los líderes internacionales, incluidos los presidentes de Estados Unidos y Rusia, ha condenado el ataque y expresado su solidaridad con la India.

Raíces del conflicto

El conflicto de Cachemira tiene sus raíces en el proceso de partición del Imperio Británico en 1947, cuando India y Pakistán se independizaron y se dividieron en dos naciones. Cachemira, un principado autónomo gobernado por el maharajá Hari Singh, se encontraba en una situación complicada debido a su ubicación estratégica, entre ambos países, y a la diversidad religiosa de su población, mayoritariamente musulmana pero con una significativa minoría hindú.

Al momento de la partición, el maharajá tenía la opción de unirse a India, Pakistán o mantenerse independiente. Inicialmente, optó por la independencia, pero cuando tribus apoyadas por Pakistán invadieron Cachemira en octubre de 1947, el maharajá pidió ayuda a India. India, a cambio de su intervención, exigió que el maharajá firmara el Instrumento de Adhesión, que formalizó la incorporación de Cachemira a la India.

Esta decisión desató la primera guerra indo-pakistaní, que terminó en 1948 con un alto el fuego mediado por la ONU, pero dejó la región dividida, con Pakistán controlando parte del territorio (la actual Azad Cachemira y Gilgit-Baltistán), mientras que India mantenía el control de la región de Cachemira Jammu y Cachemira. Desde entonces, la disputa sobre la soberanía de Cachemira ha sido un conflicto central y no resuelto entre India y Pakistán.

Como viene siendo habitual en otros procesos de descolonización, la partición del Imperio Británico en 1947 se realizó de manera apresurada y sin tener en cuenta factores clave como como la diversidad interna de las regiones y las identidades locales. En el caso de Cachemira, la decisión del maharajá de unirse a la India fue vista por Pakistán como ilegítima, ya que la mayoría de la población era musulmana y la idea original de Pakistán era que los territorios con mayoría musulmana deberían formar parte de su nación.

Esta falta de consenso sobre la pertenencia territorial, sumada a la intervención de potencias imperialistas, convirtió a Cachemira en un lugar de disputa geopolítica entre dos naciones recién nacidas, lo que generó tensiones políticas y sociales a largo plazo. Además, el conflicto está también marcado por el despojo de derechos a las poblaciones locales, y la persistencia de una ocupación militar en la región que ha alimentado un sentimiento de resistencia.