En Perú, el 25,8% de los menores de edad trabaja, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Hogares de 2022 del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Esta proporción equivale a más de 760.000 niños y adolescentes que desempeñan labores en sectores como la agricultura, la minería informal o la venta callejera, muchas veces en condiciones precarias. El trabajo infantil, según indica el informe, impacta directamente en su salud, restringe su acceso a la educación y limita su desarrollo físico, emocional y cognitivo.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que el 9% de los menores en el mundo trabaja, mientras que en Perú las cifras casi triplican ese promedio. Aunque el Estado afirma estar “actuando frente a esta problemática”, pero la alta informalidad —que representa el 55% del empleo, según el INEI— dificulta su erradicación.