El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, advirtió este viernes de una “emergencia industrial” en Europa y urgió a redirigir las políticas públicas hacia la competitividad económica.
Durante su intervención en el XVIII Foro Empresarial de Gipuzkoa, organizado por Diario Vasco, con el apoyo de Laboral Kutxa y EY, Imaz vinculó el debilitamiento del tejido productivo europeo al “elevado coste energético, la hiperregulación y las decisiones unilaterales en política climática”.
En este contexto, denunció que “Europa ha pasado de representar el 21% del PIB mundial al 17% en quince años, mientras que Estados Unidos ha subido del 22% al 26%”. A su juicio, este retroceso tiene consecuencias en el empleo, el crecimiento y la cohesión social.
En relación con la “transición energética”, Imaz defendió “la necesidad de avanzar con neutralidad tecnológica y sentido práctico”. Citando el apagón del 28 de abril, sostuvo que “lo que salvó a este país fue el diésel. El denostado gasóleo”, en alusión al papel de los generadores de emergencia en centros esenciales, donde Repsol tiene un papel significativo.
Según Imaz, Repsol mantiene como “responsabilidad moral” seguir produciendo combustibles fósiles durante la “transición”, y criticó la decisión europea de prohibir los motores de combustión a partir de 2035 por generar “un gran daño a la industria automovilística sin beneficios reales en la reducción de emisiones”.
Reivindicó también que “las renovables son necesarias”, pero pidió “integrarlas en una estrategia equilibrada que contemple coste, sostenibilidad y seguridad de suministro”.
“No demonizar al empresario”
En el plano industrial, Imaz subrayó que la base manufacturera es “indispensable” para mantener el bienestar y los servicios públicos”. “La industria genera empleos bien pagados, alimenta ciencia y tecnología, y es donde ocurre la innovación”, señaló.
Recordando la historia industrial de Gipuzkoa, llamó a “repetir el enfoque de los ilustrados del siglo XVIII”: “competitividad, esfuerzo, trabajo, formación y apuesta por el talento”.
Finalmente, reclamó eliminar la “demonización del empresario”, al considerar que “genera desconfianza, frena la inversión y deteriora la economía”.