La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, anunció este viernes desde Tirana que la Unión Europea trabaja en un nuevo paquete de sanciones contra Rusia, el decimoctavo desde el inicio de la guerra a gran escala en Ucrania en 2022.
Las medidas incluirán sanciones sobre los gasoductos Nord Stream 1 y 2, restricciones adicionales al sector financiero ruso y un refuerzo del control sobre la denominada “flota en la sombra”, con la que Moscú transporta crudo para eludir sanciones anteriores.
Von der Leyen declaró lo siguiente: “El presidente Zelensky estaba listo para una reunión. El presidente Putin nunca se presentó. Esto muestra la verdadera cara del presidente Putin, no quiere la paz. Por eso tenemos que aumentar la presión”.
Desde Bruselas, la portavoz jefe de la Comisión, Paula Pinho, detalló que el objetivo de sancionar los gasoductos, a pesar de que no están actualmente en funcionamiento, es “disuadir cualquier interés” futuro en su reactivación o legalización.
Pinho recordó que Rusia suspendió el suministro a través de Nord Stream 1 en agosto de 2022 y que posteriormente se registró un “incidente” que dañó parte de la infraestructura.
Sobre Nord Stream 2, señaló que “nunca fue realmente autorizado”, pero su eventual uso sigue siendo técnicamente posible. Además, se prevé una nueva rebaja en el tope al precio del petróleo ruso en coordinación con el G7.
Las nuevas medidas siguen a la reciente aprobación del decimoséptimo paquete de sanciones, que incluyó restricciones a casi 200 petroleros y a 30 empresas vinculadas al complejo militar-industrial ruso.
También se ha ampliado la base legal para sancionar buques, infraestructuras críticas, actores financieros implicados en la evasión de sanciones y “canales de desinformación”.
El impacto y la efectividad estas sanciones ha sido puesto en cuestión, ya que si bien las sanciones de la UE han tenido un efecto real sobre la economía rusa, también han provocado una caída significativa del comercio, un aumento de los costes energéticos y dificultades industriales en Europa, lo que ha llevado a que numerosos analistas y sectores económicos adviertan que el daño para la propia UE ha sido, en ciertos aspectos, mayor que para Rusia.