Un día como hoy, el 22 de mayo de 1938, tuvo lugar en Iruñea (Nafarroa) una de las fugas carcelarias más masivas y dramáticas de la historia contemporánea de Europa. 795 presos —anarquistas, republicanos, socialistas, comunistas y nacionalistas— se fugaron del Fuerte de San Cristóbal, considerado uno de los penales más duros del franquismo. La acción, realizada sin armas, sin ayuda exterior y en condiciones extremas de hambre y debilidad, permitió abrir las puertas del penal a cerca de 2.400 compañeros.
La fuga, ocurrida en plena Guerra Civil, fue posible gracias a la organización interna de los reclusos, que lograron tomar el control de la prisión por unas horas. Sin embargo, la represión posterior fue brutal: 585 fugados fueron capturados, 207 asesinados y sólo tres lograron alcanzar la libertad, según los datos recogidos por historiadores y asociaciones de memoria histórica.
El episodio del Fuerte de San Cristóbal es recordado hoy como símbolo de resistencia y de la dureza de la represión franquista. La fuga y sus consecuencias han sido documentadas por investigadores y recogidas en obras como La fuga del fuerte de San Cristóbal de Fermín Ezkieta, así como en los archivos de la Asociación Txinparta y la Sociedad de Ciencias Aranzadi.