La UE endurece condiciones a Serbia mientras flexibiliza negociaciones con Albania

Bruselas exige a Serbia reformas estructurales y “distanciamiento de Rusia”, mientras permite a Albania avanzar en el proceso de adhesión con exigencias menos severas; a diferencia de Belgrado, Tirana es miembro de la OTAN.

La alta representante de asuntos Exteriores de la Comisión Europea, Kaja Kallas, junto al presidente Serbio Alexandar Vucic, durante una visita oficial al país.
Foto: @kajakallas (x)

La Unión Europea ha adoptado esta semana un tono marcadamente distinto hacia dos de los países balcánicos que aspiran a entrar en el bloque. Mientras Serbia ha sido emplazada con firmeza por la alta representante para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, a “cumplir reformas profundas en derechos fundamentales y política exterior”, Albania ha logrado avanzar en su proceso de adhesión sin mayores objeciones.

“Las reformas son necesarias, porque no hay atajos para la adhesión”, ha afirmado Kallas en Belgrado, exigiendo “mejoras en libertad de prensa”, “lucha contra la corrupción” y, especialmente, “en la normalización de relaciones con Kosovo”.

Además, la funcionaria ha cuestionado abiertamente el viaje del presidente serbio Aleksandar Vucic a Moscú el pasado 9 de mayo con motivo del Día de la Victoria, y asegura que Serbia “debe hacer una elección estratégica”.

En paralelo, en Bruselas, Albania ha abierto sin resistencia un nuevo grupo de capítulos de negociación centrados en “competitividad” y “crecimiento inclusivo”. Según informa el Consejo de la UE, los temas incluyen “política económica, empleo, digitalización, educación y fiscalidad”.

Este avance ocurre sin que Bruselas emita señalamientos críticos como los dirigidos a Belgrado, a pesar de que Albania tampoco ha cerrado todavía los capítulos fundamentales sobre el Estado de derecho; empezando por los centros de internamiento de migrantes que mantiene en su territorio por encargo de Italia, que es miembro de la UE.

La delegación europea la han presidido por la embajadora polaca Agnieszka Bartol y el director general de la Comisión Europea, Gert Jan Koopman, mientras la parte albanesa ha estado encabezada por el ministro de Asuntos Exteriores, Igli Hasani.

Aunque Bruselas no lo declara explícitamente, la diferencia en el trato entre Tirana y Belgrado coincide con el hecho de que Albania es miembro de la OTAN desde 2009, mientras que Serbia mantiene una política exterior no alineada y vínculos tradicionales con Rusia.

A Serbia se le exige “clarificar su dirección estratégica”, mientras que Albania avanza dentro de una narrativa de cooperación.

En Kosovo, Kallas también instó a “formar gobierno y reducir tensiones con la minoría serbokosovar”. Todo ello para “estar en la posición de poder beneficiarse del plan de crecimiento de la UE”, ya que, en palabras de Kallas, “Kosovo necesita instituciones que funcionan”.

En conjunto, las señales de Bruselas muestran una línea dura con quienes no se alinean con la política exterior del bloque y una doble vara de medir en los criterios técnicos de adhesión.