Varsovia ha comenzado este lunes a aplicar controles fronterizos en su frontera con Alemania, en respuesta a los controles aleatorios que Berlín mantiene desde octubre de 2023 para “frenar la migración irregular”. La medida, anunciada por el primer ministro Donald Tusk, busca “detener eficazmente las devoluciones injustificadas de migrantes desde Alemania” y “corregir” lo que Varsovia percibe como “una gestión asimétrica” en la frontera occidental.
Los controles, que se extenderán por un periodo inicial de 30 días, afectan a vehículos particulares, autobuses y furgonetas, con especial atención a los de alta ocupación y lunas tintadas. Además, informan de que serán controles “selectivos”, presumiblemente por perfil racial. El operativo, denominado “Seguro Oeste”, implica el despliegue de cientos de agentes fronterizos, policías y militares a lo largo de los 470 kilómetros de frontera.
La decisión polaca llega tras el endurecimiento de la política migratoria alemana, que incluye expulsiones exprés y controles reforzados desde la llegada al poder del nuevo gobierno en mayo. El ministro del Interior alemán, Alexander Dobrindt, ha advertido sobre posibles “devoluciones en caliente”.
El Gobierno polaco ha propuesto a Berlín “eliminar los controles de forma recíproca” si Alemania retira sus medidas. Mientras tanto, la oposición ultraconservadora y grupos fascistas han presionado para endurecer aún más la vigilancia fronteriza, en un contexto de creciente tensión política interna y debate sobre la gestión de los flujos migratorios.