El 8 de julio de 1978 tuvo lugar la masacre de Sanfermines en Iruñea (Nafarroa). Al finalizar la corrida de toros, varias peñas sacaron pancartas a favor de la amnistía en la Plaza de Toros, y la Policía española cargó con dureza: utilizó pelotas de goma y botes de humo contra la multitud. Varias personas se defendieron y, en respuesta a la violencia policial, lanzaron objetos a los agentes. La Policía respondió con disparos.
Debido a esa brutalidad policial, la gente levantó barricadas en los alrededores y se produjeron enfrentamientos. El entonces ministro del Interior del Gobierno español, Rodolfo Martín Villa, declaró posteriormente que ese día los agentes dispararon 130 balas contra la multitud y lanzaron material antidisturbios en 7.000 ocasiones.
En total, la policía hirió a 150 personas, 11 de ellas por bala. Germán Rodríguez fue asesinado de un tiro en la cabeza. Tenía solo 23 años y era militante de la Liga Komunista Iraultzailea/Liga Comunista Revolucionaria (LKI/LCR).

Para denunciar el asesinato de Germán, en los días siguientes hubo multitudinarias protestas en toda Euskal Herria, incluyendo una huelga general. En una de esas movilizaciones, en Donostia (Gipuzkoa), la Policía asesinó a Joseba Barandiaran, de Astigarraga: le dispararon en el pecho el 11 de julio. Tenía 19 años.
En aquellos hechos reinó la impunidad: no hubo juicios ni condenas contra los policías asesinos que le arrebataron la vida a Germán (ni a Joseba), tampoco contra los responsables políticos. En 1982 se cerró el caso, a pesar de que el padre de Germán presentó una denuncia. Como ha señalado su hermano Fermín, todos los procesos abiertos solo sirvieron para “confirmar la versión de la Policía y del Ministerio del Interior”.

En recuerdo de Germán
En memoria de Germán y con motivo del 47 aniversario de su asesinato, este año también se han celebrado varios homenajes y actos en Iruñea. El Consejo Socialista de Iruñea, por ejemplo, ha recordado al militante comunista asesinado y ha realizado una ofrenda floral en su estela: “Este año también hemos homenajeado a Germán y reivindicado la memoria política de los militantes comunistas caídos en el camino. La memoria del pasado debe servir para llevar el proceso socialista hasta el final. Solo la revolución les hará verdadera justicia”.

Una corta vida en lucha
Rodríguez comenzó su militancia política desde muy joven, empezando por el grupo de montaña Hemen eta Han. Estos grupos de montaña funcionaban a menudo como puntos de encuentro clandestinos para realizar reuniones políticas prohibidas. Posteriormente, Rodríguez militó en la resistencia armada antifranquista en la organización ETA, cuando aún era estudiante. Durante la VI asamblea, se posicionó a favor de esa corriente y asumió varias responsabilidades entre los llamados “sextos”, para después integrarse en LKI/LCR. Fue uno de los organizadores de la huelga general de 1973 Iruñerria y fue detenido por primera vez por la policía el 20 de junio de ese año. Tras pasar varios meses en prisión, estuvo un tiempo en Bilbo (Bizkaia) realizando propaganda clandestina y, tras la muerte de Franco y la Ley de Amnistía de 1977, regresó Iruñea. Aunque se apartó de la dirección política, Germán Rodríguez continuó trabajando en los movimientos estudiantiles y vecinales de la capital navarra.