El Gobierno francés ha presentado este martes un plan de ajuste presupuestario con el objetivo de frenar el crecimiento acelerado de la deuda pública, que ya supera el 114 % del PIB estatal. El primer ministro François Bayrou anunció en una comparecencia que el programa, que se aplicará entre 2026 y 2029, implicará una reducción del gasto y aumento de ingresos de 43.800 millones de euros anuales, a través de recortes sociales, fiscales y administrativos que afectan a varios pilares del estado de bienestar.
En el capítulo de recortes, el Ejecutivo plantea la congelación de las pensiones, un descenso del empleo público y reducciones significativas en el gasto sanitario y social. El objetivo es reducir lo que el Estado gasta de manera estructural. Además, y como medida especialmente llamativa, Bayrou ha anunciado la supresión de dos días festivos de los once actuales, apuntando directamente a fechas como el Lunes de Pascua y el 8 de mayo, por considerar que “Francia necesita aumentar su producción nacional”.
En lo relativo a los ingresos, se implementará una “contribución de solidaridad”, supuestamente para las rentas más altas, además de intensificar la investigación del fraude fiscal y reforzar los mecanismos para recuperar cantidades defraudadas. El Gobierno francés no ha precisado de momento la forma concreta que adoptarán estos nuevos tributos, pero sí ha insistido en que “no habrá vía libre para el despilfarro ni para la evasión”.
Bayrou ha calificado la situación de la deuda como “insostenible” y ha fijado un plan de reducción progresiva del déficit fiscal: del 5,4 % previsto para 2025 al 4,6 % en 2026, y con un objetivo a medio plazo de situar el déficit por debajo del 3 % en 2029. El jefe de Gobierno alerta de que, al ritmo actual, la deuda crecerá 150.000 millones de euros al año y el pago de intereses alcanzaría los 100.000 millones anuales en 2029, convirtiéndose en la primera partida del presupuesto estatal.