Murieron cinco mineros, Mirai

David Álvarez, Jorge Carro, y otros tres nombres que aún no se han hecho públicos. Cinco nombres que se suman a los 796 muertos en accidentes laborales en el Estado español en 2024, sumados a su vez a esa cuenta de millones de cadáveres obreros que un día la burguesía habrá de pagar. ¿El medio? Transferir el poder a esas manos que durante siglos han empujado las carretillas, empuñado los picos y manejado la dinamita, para que las víctimas de hoy sean los vencedores del mañana, y el trabajo pueda reorganizarse sobre nuevas bases; lejos, por fin, de la explotación y sus tragedias.