En los últimos años, las rentas del trabajo han experimentado una caída en su participación dentro de la riqueza mundial, mientras que los ingresos del capital, como los obtenidos de propiedades, acciones y patentes, han aumentado considerablemente. Este cambio, analizado en un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicado recientemente, muestra cómo se acelera el proceso de creciente desigualdad global. Los datos muestran que, desde 2019, los ingresos laborales han perdido un 0,6% de su participación en el total de los ingresos mundiales, pasando del 52,9% al 52,3%. La disminución es aún más acusada cuando se observa el periodo de los últimos 20 años: los salarios han caído un 1,6%, un fenómeno que parece haber pisado el acelerador con los avances tecnológicos y la automatización.
Según el estudio de la OIT, la tecnología ha jugado un papel crucial en este cambio, ya que la automatización “ha reducido la necesidad de trabajo humano en algunas áreas, lo que contribuye a una menor participación de los ingresos laborales en la economía global”. Este proceso de transformación, acentuado por la inteligencia artificial, podría continuar en el futuro, con efectos “aún más pronunciados” si no se implementan políticas compensatorias, advierten los autores del informe.
El análisis resalta cómo el capital, que se va concentrando en manos de los más ricos, ha ganado terreno frente a los salarios. En 2024, los ingresos laborales a nivel mundial se calculan en 2,4 billones de dólares menos que en 2004, debido a esta tendencia. En el caso específico del Estado español, la disminución es incluso más pronunciada, con una caída de 4,46 puntos desde 2004, reflejando un estancamiento del peso de los salarios en la riqueza a nivel estatal. Esta disminución de los ingresos laborales se da en el contexto de un estancamiento económico y un repunte moderado durante la crisis de precios y la reducción del desempleo en los últimos años.
Celeste Drake, directora general adjunta de la OIT, considera que esta tendencia se puede revertir con “políticas laborales que aseguren una distribución más equitativa de los beneficios económicos”, para gestionar los efectos de esta creciente desigualdad. Sin embargo, la OIT también advirtió que el futuro de la inteligencia artificial podría agravar aún más esta tendencia de concentración de la riqueza en el capital. Según los investigadores, “los avances recientes en IA podrían ejercer una mayor presión a la baja sobre la participación de los ingresos laborales”.