Thyssenkrupp, el mayor productor de acero en Alemania, ha comunicado un plan para reducir su fuerza laboral en un 40% como respuesta a la “sobreoferta” en Europa y el aumento de importaciones a bajo costo desde Asia. La medida implica la eliminación de 5.000 puestos de trabajo directos y la externalización o venta de otros 6.000 indirectos para 2030. Además, cerrará una planta de procesamiento y recortará su capacidad de producción hasta un máximo de 9 millones de toneladas, una disminución del 25%. Según la empresa, estas acciones buscan “garantizar la competitividad de su división de acero en un contexto de mercado cada vez más desafiante”.
La reestructuración ocurre en medio de una crisis más amplia en la industria alemana, que incluye anuncios recientes de recortes masivos de empleo por parte de gigantes automotrices como Volkswagen, Schaeffler y Bosch debido a la caída en las ventas de vehículos en Europa. Este descenso ha impactado gravemente a los fabricantes de acero, proveedores clave del sector automotriz. Al mismo tiempo, Thyssenkrupp está en negociaciones con EP Corporate Group, del multimillonario checo Daniel Křetínský, para que aumente su participación en la siderúrgica del 20% al 50%, un proceso marcado por tensiones internas que llevaron a la renuncia de siete directivos en agosto.
Dennis Grimm, nuevo director ejecutivo de la división de acero, advirtió a los trabajadores: “Las medidas serán difíciles para muchos”, pero aseguró que son “esenciales para garantizar la sostenibilidad de la empresa”. Mientras tanto, el sindicato IG Metall ha criticado el plan como una “declaración de guerra” contra los trabajadores, aunque valoró la inversión en tecnologías “menos contaminantes”, como la sustitución de altos hornos por plantas de reducción directa con hidrógeno.