El Ejército Árabe Sirio (SAA) enfrenta desde el 27 de noviembre una ofensiva de gran escala en el norte del país, lanzada por el grupo salafista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y las fuerzas opositoras del denominado Ejército Nacional Sirio (SNA). Las grupos han tomado amplias áreas de las provincias de Alepo, Idlib y Hama, logrando incluso avances en la ciudad de Alepo, según un comunicado del Comando General sirio difundido el 30 de noviembre. Videos difundidos en redes sociales muestran a insurgentes de HTS en la ciudadela histórica de Alepo, aunque las fuerzas gubernamentales aseguran que “las posiciones opositoras no son permanentes y se están movilizando refuerzos para recuperar el control”.
El Ministerio de Defensa sirio ha informado que la ofensiva fue respaldada por “miles de combatientes extranjeros, armas pesadas y drones”, y reconoció la pérdida de “decenas de soldados”, aunque no ofreció cifras específicas. Según el Comando General, se han librado combates en un área de más de 100 kilómetros cuadrados, y se están estableciendo nuevas líneas defensivas en torno a Hama y el norte de Alepo.
La respuesta del ejército sirio ha contado con el apoyo de la aviación rusa. De acuerdo con Oleg Ignasyuk, del Centro de Reconciliación Ruso en Siria, los ataques aéreos “han eliminado a cerca de 600 combatientes en las últimas 48 horas”. La intervención militar rusa en Siria, iniciada en 2015, continúa siendo un factor decisivo para proteger al gobierno de Bashar al-Assad, que mantiene bases en Hmeimim y Tartus.
En paralelo, la situación diplomática se ha intensificado. El ministro de Exteriores iraní, Abbas Aragchi, anunció una visita a Damasco para este domingo, donde tratará la situación con sus alidoa de las autoridades sirias. El 2 de diciembre viajará a Turquía en busca de mediación. Tanto Irán como Egipto han expresado su preocupación por el ataque de los grupos salafistas, mientras Damasco mantiene contacto con Irak y Emiratos Árabes Unidos para “coordinar acciones en defensa de su soberanía”.