La reciente visita de Ursula von der Leyen a Uruguay para negociar un acuerdo comercial entre la Unión Europea y el bloque Mercosur ha tensado las relaciones entre el Estado francés y Alemania, dos pilares históricos del proyecto comunitario. El pacto, que lleva décadas en discusión, es respaldado con fuerza por Berlín como una salida al declive industrial alemán y una oportunidad para expandir mercados. En contraste, París lo rechaza frontalmente, argumentando que “amenaza la soberanía agrícola francesa” y podría “desencadenar un aumento del sentimiento anti-UE”, alimentado por la extrema derecha.
La negativa francesa, encabezada por el presidente Emmanuel Macron, se basa en el temor a que llegue un aluvión de productos agrícolas baratos desde Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia, que pondrían en riesgo a los productores locales, según explica Politico. “Seguiremos defendiendo nuestra soberanía agrícola”, reiteró el Palacio del Elíseo, horas después de que Von der Leyen partiera hacia Montevideo. En medio de una crisis política que dejó al gobierno francés sin rumbo, París ha intentado movilizar a otros países europeos, como Italia y Polonia, para formar un bloque que frene el acuerdo en el Consejo de la UE, aunque aún no logra sumar los apoyos necesarios.
Este desacuerdo puntual muestra, a su vez, tensiones más profundas sobre la dirección del proyecto europeo. Alemania, apoyada por su influyente industria automotriz, ve en este pacto una prioridad estratégica para fortalecer la posición global del bloque frente a Estados Unidos y China. Sin embargo, críticos como Christophe Grudler, eurodiputado aliado de Macron, acusan a Von der Leyen de “aprovecharse de la fragilidad política francesa”. Mientras tanto, la presidenta de la Comisión se prepara para un tenso regreso a Europa, con una parada simbólica en París que podría poner en evidencia las fisuras internas de una UE enfrentada a su futuro.