India está en camino de convertirse en la segunda economía más grande de Asia, superando a Japón y posicionándose como la cuarta economía mundial, detrás de Estados Unidos, China y Alemania, según previsiones de The Economist. Se espera que esta transición ocurra en los próximos meses, impulsada por un crecimiento económico que supera en dos o tres puntos porcentuales al de China y Japón.
A pesar de su avance, el impacto global de India será diferente al que tuvo China en 2010, cuando superó a Japón y desató el llamado China shock por su dominio en la manufactura, los mercados de exportación y la acumulación de reservas extranjeras. El tamaño de la economía japonesa en 2010 representaba más del 8% del PIB mundial, mientras que cuando India la supere, Japón tendrá menos del 4%. Además, la participación de India en la fuerza de trabajo global seguirá siendo menor que la de China, retrasando su consolidación como potencia manufacturera.
El verdadero motor del crecimiento indio se encuentra en la exportación de servicios, donde se espera que su cuota global alcance el 6% para 2030. Empresas multinacionales están trasladando operaciones legales y administrativas a India, creando centros de capacidad global. Sin embargo, este cambio no tendrá el mismo impacto que la industrialización masiva de China. India no generará un shock económico global, sino una integración gradual en los mercados internacionales, atrayendo inversiones pero sin provocar desequilibrios significativos.