El panorama electoral está cambiando en Occidente. Según recuerda un artículo del Financial Times de noviembre, en las elecciones generales del Reino Unido, la mayor pérdida de votos del Partido Laborista vino de distritos con alta población musulmana, mientras que los conservadores destacaron en áreas hindúes. En EEUU, regiones hispanas como el Valle del Río Grande favorecieron a Donald Trump en 2020, mientras que en barrios mayoritariamente negros de Filadelfia los demócratas recibieron una pérdida de apoyo significativa. Aunque las minorías aún tienden hacia la izquierda, ejemplos como Ignacio Garriga y Bertrand Ndgongo de Vox, que antes parecían excepciones, se están volviendo cada vez más habituales, desafiando la idea de que los votantes de minorías forman un bloque monolítico y son inherentemente progresistas.
Un estudio reciente de UK in a Changing Europe y Focaldata subraya esta complejidad ideológica, mostrando que muchos votantes de minorías en el Reino Unido priorizan políticas económicas conservadoras, como impuestos bajos, en niveles comparables a votantes blancos conservadores. En cuestiones de justicia social, las minorías tienden a posiciones más moderadas que los progresistas blancos educados. Este patrón se refleja también en EEUU, mientras los demócratas blancos adoptan posturas asociadas a la izquierda en materia de inmigración y racismo, mientras que las posiciones de votantes negros e hispanos están más disputadas, generando una desconexión creciente.
Estos cambios redefinen las campañas de los políticos profesionales, como Kamala Harris y los socialdemócratas nórdicos, que han adoptado posturas duras en inmigración. Por otro lado, figuras conservadoras británicas de origen étnico, como Kemi Badenoch, reflejan el alineamiento con prioridades cambiantes en muchos votantes de minorías. Con márgenes electorales cada vez más ajustados, entender y responder a esta tendencia será clave para las futuras victorias electorales.