África frente a la competencia económica global

El continente africano se enfrenta a una brecha económica creciente que forzará reformas estructurales en diferentes países, que tratarán de aprovechar su potencial demográfico y en recursos naturales para acortar distancias con otras regiones.

Imagen de archivo de billetes de diferentes países africanos.
Foto: swisshippo (iStock).

En las próximas décadas, África jugará un papel crucial en la economía global, al convertirse en el continente con la población más joven del mundo. Para 2030, más de la mitad de los jóvenes que ingresen al mercado laboral mundial serán africanos. Sin embargo, a pesar de esta “oportunidad demográfica” para los mercados, el continente sigue enfrentando una brecha económica creciente respecto a otras regiones. De acuerdo con artículo publicado por The Economist esta semana, el ingreso per cápita de África ha disminuido en relación con el resto del mundo en las últimas dos décadas, pasando del 33% en 2000 al 25% para 2026. Además, países clave como Nigeria y Sudáfrica han experimentado un estancamiento económico, mientras que Costa de Marfil y Ruanda han logrado avances limitados.

A pesar de los avances tecnológicos y políticos en otras partes del mundo, África sigue rezagada en términos de productividad, desarrollo y infraestructura. Mientras que en regiones como Asia y América Latina se han logrado avances significativos en sectores industriales y de servicios, África enfrenta una crisis de productividad. Las migraciones masivas del campo a las ciudades han generado disrupciones sociales sin que esto se traduzca en una revolución agrícola o industrial. Además, sectores clave como los servicios siguen siendo menos productivos que en otras regiones, y las infraestructuras esenciales, como las redes de transporte y energía, no están suficientemente desarrolladas.

Uno de los factores que contribuyen a este estancamiento, más allá de la explotación de las potencias extranjeras, es la fragmentación de los mercados africanos. A diferencia de Brasil, India o Indonesia, que han logrado desarrollar ciertos ecosistemas corporativos dinámicos, África aún no ha logrado fomentar el crecimiento de empresas a gran escala. Según el informe, el continente tiene menos empresas con ingresos superiores a mil millones de dólares que cualquier otra región, y desde 2015, este número ha ido en declive. La falta de integración entre los países africanos, las barreras comerciales y la fragmentación de los mercados de valores dificultan la atracción de capital privado y limitan las oportunidades de inversión.

Para ello, The Economist propone una serie de líneas de actuación que reflejan la visión que tienen de las grandes empresas y las clases políticas occidentales sobre África. Sostienen que la economía de mercado en África afrontará “la necesidad de abandonar las políticas estatistas y buscar un enfoque más orientado a la competitividad”. Para ello, consideran que tendrán que generar un entorno “aún más favorable para los negocios”, con el fomento de la inversión y la mejora de la infraestructura, cuestión que China empieza a liderar en el continente.

El informe también resalta que los gobiernos tendrán que promover “una mayor competencia” y “desarrollar infraestructuras que faciliten el comercio y la conexión entre los países”. Esto incluiría mejorar la conectividad, tanto en términos de infraestructura física como digital, y promover la educación para formar una fuerza de trabajo preparada de acuerdo a las necesidades de mercado del futuro.

Finalmente, el artículo hace un llamado a la integración de los mercados africanos a través de iniciativas como la zona de libre comercio continental y la eliminación de barreras comerciales. Según The Economist, “solo mediante una mayor cooperación entre los países africanos podrán las empresas alcanzar una escala suficiente para competir a nivel global”. Con ello, esperan que la integración permitiría atraer más inversión extranjera y “mejorar las perspectivas de crecimiento económico para el continente”.

Si los estados africanos no abordan estos desafíos de manera estructural, el artículo advierte que “las consecuencias serán graves”: la brecha económica entre África y el resto del mundo se ampliará, afectando a la estabilidad política y social del continente, acelerando diversas crisis humanitarias.