El economista Michael Roberts plantea en su blog thenextrecession.wordpress.com un análisis detallado sobre el panorama económico global para 2025, señalando la incertidumbre que rodea el crecimiento de las principales economías capitalistas. En su artículo, Roberts evalúa si el próximo año será de recuperación sostenida o si, por el contrario, se mantendrá el estancamiento observado en 2024.
El 2024 cerró con seis de las siete mayores economías del mundo en recesión o estancamiento, con un panorama sombrío especialmente para Europa, Japón y América Latina. Aunque Estados Unidos mantuvo un crecimiento del 2,5%, su sector industrial se contrajo, y el impulso económico provino mayormente del consumo y la inmigración, de forma similar al Estado español. Las tensiones comerciales y políticas, como los aranceles propuestos por Trump, podrían agravar esta tendencia, afectando el comercio internacional. El experto anticipa que Estados Unidos podría experimentar una desaceleración, con un crecimiento proyectado del 2,2%, mientras que el resto del G7 tendrá dificultades para superar el 1% anual.
Además, lo más probable es que las desigualdades sociales y económicas continuarán profundizándose. La OIT advierte que los salarios reales siguen por debajo de los niveles prepandémicos en la mayoría de los países avanzados, mientras que el Banco Mundial prevé que la pobreza extrema seguirá estancada, afectando a más de 3.500 millones de personas. A nivel global, las ganancias de las grandes corporaciones no se han traducido en mejoras significativas para la clase trabajadora.
Paralelamente, Roberts subraya que el endeudamiento de los países en desarrollo se ha disparado, alcanzando niveles récord. La deuda externa de los países de ingresos bajos y medianos superó los 8,8 billones de dólares en 2023, y los pagos de intereses reducen los recursos disponibles para ámbitos como la salud, la educación y el cambio climático. El riesgo de quiebras empresariales también crece, con un 40% de las grandes empresas estadounidenses catalogadas como “zombis”.
A pesar de un aparente auge en la productividad vinculada a la IA en Estados Unidos, las economías europeas y asiáticas no muestran señales de un repunte similar. Las ganancias de productividad son aún limitadas, y la inversión en nuevas tecnologías no parece suficiente para impulsar un crecimiento sostenido a nivel global. Las predicciones más optimistas, como las de BlackRock, contrastan con el pesimismo del FMI y la UNCTAD.
En conclusión, Roberts anticipa que el 2025 probablemente no será testigo de una recuperación robusta. La falta de crecimiento en las economías del G7, la fragilidad del comercio internacional y los conflictos geopolíticos podrían consolidar un año de avances mínimos, marcados siempre por la desigualdad y los desafíos estructurales no resueltos.