Tras años de crisis y recesión, el sur de Europa está experimentando un aparente crecimiento económico, mientras el norte enfrenta un estancamiento prolongado con visos de hundimiento. Países como Portugal, Italia, Grecia y el Estado español, antaño etiquetados despectivamente como los “PIGS” por las principales potencias económicas de Europa Septentrional y Central, parecen haber revertido su números macroeconómicos, liderando las tasas de crecimiento en la Eurozona con un desempeño económico superior al de Alemania y otros países del núcleo tradicional. Según el Financial Times, esta transformación se debe en parte a fondos europeos, reformas estructurales y el dinamismo del sector servicios.
El renacimiento económico del sur se ha visto impulsado por el programa NextGenerationEU, una iniciativa de inversión financiada por deuda que asigna a estos países el 78% de los fondos destinados a proyectos como infraestructura digital, energía “verde” y reformas estructurales. En Italia, 25 mil millones de euros están transformando su red ferroviaria, mientras que en el Estado español, las energías renovables generan inversión extranjera y empleo. La compañía Moeve está invirtiendo 3 mil millones de euros en infraestructura de hidrógeno en Andalucía, destacando el potencial del sur en la denominada “transición energética”.
El “crecimiento” también tiene mucho que ver con el turismo, un sector vital para países mediterráneos. Grecia y el Estado español, por ejemplo, han registrado aumentos significativos en la llegada de turistas. Tasos Anastasatos, economista jefe de Eurobank, destaca en Financial Times “el efecto multiplicador” del turismo en la economía local, mientras que el Banco de Grecia señala que las reformas impulsadas por Bruselas podrían incrementar el PIB en un 10% para 2040.
Sin embargo, persisten desafíos. La deuda pública elevada, mercados laborales poco diversificados y un envejecimiento poblacional afectan a todos estos países. Además, sectores como la construcción enfrentan una creciente escasez de mano de obra, agravada por la emigración de la fuerza de trabajo joven de alta cualificación a economías más robustas. La subida salarial nominal en Grecia, por ejemplo, ha elevado los costos laborales en las islas turísticas, complicando la ejecución de proyectos.
A pesar de todo, economistas como Jörg Krämer, de Commerzbank, advierten que las reformas pueden no ser suficientes para sostener el crecimiento a largo plazo. La dependencia de las economías del sur de sectores específicos, como la construcción y el turismo, y el debilitamiento de la industria alemana, representan riesgos significativos. Líderes como Pedro Sánchez responden destacando la importancia de la inmigración y las reformas estructurales para mantener el aparente dinamismo económico del sur.
Este contraste económico invertido entre el norte en declive y el sur supuestamente en auge plantea preguntas sobre el futuro equilibrio económico en Europa. ¿Consolidarán las economías meridionales sus aparentes avances, si el norte industrial avanzado cae? ¿Es sostenible su modelo de “crecimiento”? ¿Serán capaces de reducir su deuda?