Reunión entre Sánchez y Rutte para reafirmar el compromiso presupuestario con la OTAN

El Gobierno español promete alcanzar el 2% del PIB en defensa en 2029, mientras el secretario general de la OTAN exige mayor urgencia en la inversión y Trump amenaza con aranceles.

Imagen de archivo de una reunión entre Mark Rutte y Pedro Śanchez.
Foto: @LeChouNews (X).

Pedro Sánchez reafirmó ayer ante el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, el compromiso del Estado español de alcanzar el 2% del PIB en gasto militar en 2029, a pesar de que el país se mantiene, en teoría, a la cola de la Alianza con un 1,29% actual. No obstante, algunos estudios han señalado que el presupuesto militar real del Estado español es mucho mayor: 60.000 millones de euros en 2024, según un informe de la organización antimilitarista Tortuga, que denuncia que el gasto militar real del Estado español supera el 5% del PIB en 2024 mediante partidas ocultas e inversiones extrapresupuestarias, pese a que los datos oficiales declaran el 1%.

En su primera reunión con Rutte desde que asumió el liderazgo de la OTAN, ambos discutieron cuestiones clave como la inversión militar, el apoyo a Ucrania y la cooperación con la Unión Europea, mientras desde Moncloa se enfatizó que el Estado español es un “aliado serio y responsable”.

La OTAN ha insistido en “la necesidad urgente” de aumentar considerablemente el gasto militar, con Rutte planteando incluso la posibilidad de elevarlo al 4% si no se optimizan las inversiones. Esta presión se suma a la postura de Donald Trump, quien recientemente exigió a los aliados alcanzar el 5% del PIB bajo amenaza de imponer aranceles e incluso retirar la protección militar en caso de una agresión rusa. Países como Polonia y los bálticos han respaldado esta exigencia, intensificando el debate dentro de la Alianza.

Sánchez destaca que desde Madrid han incrementado su inversión en defensa un 70% en la última década y aboga por movilizar fondos adicionales a través de proyectos conjuntos en la industria militar europea. Sin embargo, las exigencias inmediatas de la OTAN y las amenazas de Trump colocan al Ejecutivo en una posición delicada, con un calendario que contrasta con las demandas de sus socios y los crecientes desafíos geopolíticos.