La reciente amenaza de Estados Unidos de imponer aranceles del 25% a las importaciones provenientes de México y Canadá ha desatado una serie de reacciones en América del Norte. Si bien la administración estadounidense considera estas medidas como “una herramienta de presión”, las posibles consecuencias de una guerra arancelaria son significativas tanto para las economías de los tres países como para la estabilidad de sus relaciones comerciales. A pesar de la percepción de supremacía de Estados Unidos en la región, México y Canadá podrían no ser actores menores en este conflicto económico.
Una guerra arancelaria afectaría de manera directa a varios sectores clave en Estados Unidos. En particular, la industria automotriz, que depende directamente de cadenas de suministro transfronterizas con México y Canadá, podría ver un aumento repentino en los costos de producción. Según cálculos de expertos consultados por AP, los aranceles podrían elevar el precio de los vehículos en aproximadamente 3.000 dólares, lo que afectaría tanto a los fabricantes como a los consumidores en el país.
Además, si se imponen aranceles sobre el petróleo canadiense, Estados Unidos podría enfrentar un aumento en el precio de la gasolina, que se estima podría incrementarse entre 30 y 70 centavos por galón. Esta alza afectaría directamente el bolsillo de los estadounidenses, lo que podría desencadenar un descontento popular.
Tanto México como Canadá han expresado su firme oposición a las medidas comerciales propuestas por Estados Unidos. En México, la presidenta Claudia Sheinbaum ha asegurado que el gobierno mexicano tiene planes preparados para hacer frente a esta situación, aunque no ha detallado sus acciones. La dependencia de México en las importaciones estadounidenses, especialmente en el sector automotriz y agrícola, pone a este país en una posición estratégica para presionar mediante respuestas arancelarias, lo que podría generar importantes efectos negativos en la economía estadounidense.
Por otro lado, Canadá también ha adoptado una postura firme. El primer ministro Justin Trudeau ha advertido que, en caso de que los aranceles sean implementados, Canadá respondería “de manera inmediata y decidida”. Aunque Trudeau ha subrayado que este tipo de enfrentamiento no es deseado, la posibilidad de represalias canadienses no debe subestimarse, ya que Canadá es un actor clave en el comercio de productos como el aluminio y la madera.
Guerra económica contra potencias medianas
El hecho de que Estados Unidos esté considerando una guerra arancelaria simultánea con dos de sus principales socios comerciales podría resultar contraproducente. Aunque la superpotencia estadounidense tiene la capacidad de afectar a economías más pequeñas, los efectos de esta estrategia podrían no ser tan unilaterales como se espera. El comercio trilateral bajo el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) está profundamente integrado, y cualquier alteración de las relaciones comerciales tendría repercusiones negativas tanto para la economía estadounidense como para las de sus vecinos.
En este contexto, no debe subestimarse el poder económico de México y Canadá. Aunque no tienen el mismo peso global que otras grandes potencias, ambos países comparten frontera con EEUU y son competidores importantes en sectores estratégicos como la manufactura y la energía. Una guerra arancelaria podría dar pie a que estos países se agrupen en bloque y alteren sus preferencias comerciales, lo que resultaría en un daño mutuo económico más difícil de revertir para Estados Unidos.
En conclusión, si bien Estados Unidos posee una economía más grande y diversificada, no se debe subestimar el impacto que una guerra arancelaria con México y Canadá podría tener sobre sus propios intereses. Al enfrentarse simultáneamente a varios actores de tamaño mediano, la superpotencia podría incurrir en costos más altos de lo que anticipa, afectando tanto a consumidores como a empresas estadounidenses. Si las autoridades estadounidenses no consideran estos riesgos y se dejan llevar por la arrogancia, si no resuelven diplomáticamente sus diferencias con los países vecinos, las medidas proteccionistas que podrían resultar contraproducentes para todas las partes involucradas; pero sobre todo para EEUU, que tiene mucho que perder.