Establecida en 1961 por el presidente John F. Kennedy, USAID surgió en el contexto de la Guerra Fría con el objetivo de “administrar la asistencia económica y humanitaria en el extranjero”. Aunque oficialmente su misión es “promover el desarrollo y el bienestar global”, en la práctica, sus programas han servido para consolidar la hegemonía estadounidense y contrarrestar ideologías tendencias opuestas en diversas regiones.
A lo largo de su historia, USAID ha estado involucrada en actividades que trascienden la simple “ayuda humanitaria”. Por ejemplo, en América Latina, la agencia ha sido señalada en diversas ocasiones por su participación en operaciones que buscaban influir en procesos políticos internos, apoyando a gobiernos y movimientos afines a los intereses de Washington. Estas acciones han generado críticas sobre la verdadera naturaleza de sus intervenciones.
Desde su creación en 1961, USAID ha llevado a cabo “programas de desarrollo en más de 100 países”. Sin embargo, durante las décadas de 1960 y 1970, la agencia se asoció formalmente con la Oficina de Seguridad Pública de la CIA, entrenando a fuerzas de seguridad extranjeras en técnicas que incluían métodos de tortura, escuadrones de la muerte y otro tipo de actividades encubiertas. Esta colaboración llevó al Congreso de Estados Unidos a suspender temporalmente el programa debido al daño que causaba a la imagen del país.
En Nicaragua, durante la década de 1980, USAID colaboró con la CIA en operaciones encubiertas para armar y financiar a los Contras, grupos paramilitares que buscaban derrocar al gobierno sandinista. Para estas transacciones la cocaína funcionó como moneda de cambio, sentando las bases de lo que serían las primeras rutas comerciales del narcotráfico moderno.
Una vez terminada la Guerra Fría, las denuncias de injerencia contra la USAID no se han detenido. Al contrario, la agencia ha sido acusada de financiar medios de comunicación y “organizaciones de la sociedad civil” con el objetivo de desestabilizar varios gobiernos rivales de EEUU. En Venezuela, la agencia ha sido acusada de financiar a grupos opositores. Según George Ciccariello-Maher, profesor de Historia y Política en la Universidad Drexel, USAID, junto con otras organizaciones, ha proporcionado una cobertura para que el Departamento de Estado financie directamente actividades de la oposición venezolana”, incluyendo a organizaciones vinculadas con el golpe de Estado de 2002 contra el presidente Hugo Chávez. En 2009, el contratista Alan Gross fue arrestado en Cuba por distribuir equipos de comunicación a grupos opositores, como parte de un programa financiado por USAID. Gross fue condenado a 15 años de prisión en la isla por “actos contra la independencia y la integridad territorial del Estado”. En Oriente Medio y en el Norte de África, diferentes grupos armados salafistas han sido vistos con material proporcionado por la USAID.
Todas estas acciones, que están recogidas en los propios documentos de la organización que han sido demostradas por medios de varios países, han llevado a que varios gobiernos hayan decidido expulsar a la USAID de sus territorios. En 2012, Rusia ordenó el cese de las actividades de la agencia, acusándola de intentar influir en procesos políticos internos. En 2013, Bolivia también expulsó a USAID, acusándola de conspirar contra el gobierno. Todas estas controversias han generado un debate sobre el verdadero papel de USAID en la política exterior de Estados Unidos y su implicación en operaciones que no tienen nada que ver con la “ayuda al desarrollo”.
En febrero de 2025, la administración Trump, con el respaldo del oligarca Elon Musk, ha decidido cerrar las oficinas de USAID, argumentando que “la agencia no se alineaba con los intereses nacionales” y que sus programas eran “ineficaces”. Musk llegó a calificar a USAID como una “organización criminal” y aboga por su desmantelamiento total.
Esta decisión ha generado un intenso debate en la clase política y funcionarial de EEUU, pero también a nivel internacional. Por un lado, sectores cercanos al Partido Demócrata argumentan que la eliminación de USAID “podría debilitar la posición de Estados Unidos en el escenario internacional y reducir su capacidad para influir en asuntos globales”. Por otro lado, la eliminación de la USAID que proponen los republicanos podría indicar no una reducción en la intervención en los asuntos internacionales, sino un cambio de enfoque hacia una política exterior más agresiva, centrada en intereses inmediatos y tangibles, que no necesitaría ocultarse detrás de ONGs y de “ayuda humanitaria”. Esta medida también pone de relieve las tensiones internas sobre cómo debería ejercer Estados Unidos su papel de hegemón mundial.