Uno de cada cinco adolescentes ha consumido pastillas para la ansiedad o el insomnio

El 19,6% de jóvenes entre 14 y 18 años en el Estado español ha tomado hipnosedantes alguna vez, según datos de 2023 del Ministerio de Sanidad; especialistas alertan sobre la medicalización y la dependencia asociadas.

Imagen de archivo de medicamentos.
Foto: christine sandu/unsplash

El 19,6% de los estudiantes del Estado español de entre 14 y 18 años ha consumido alguna vez pastillas para la ansiedad o el insomnio, con o sin receta médica, según la encuesta ESTUDES 2023 del Ministerio de Sanidad.

Del total, un 14,8% reconoce haberlas utilizado en los últimos doce meses y un 8,2% en los últimos treinta días. Casi el 10% admite haberlas consumido sin prescripción médica.

El consumo de estos fármacos hipnosedantes, principalmente benzodiacepinas, ha aumentado progresivamente en la serie histórica del estudio. Los especialistas consultados por El País señalan que estos medicamentos pueden generar dependencia y tolerancia, con riesgos relevantes para el desarrollo cerebral durante la adolescencia.

El psiquiatra Álvaro Pico Rada, director médico de la clínica Nuestra Señora de la Paz y del centro San Juan de Dios, afirmó que “esta cifra es muy elevada” y atribuye parte del problema a la “mucha soltura al momento de recetar”.

En su opinión, el contexto actual se caracteriza por “una demanda altísima por solucionar de forma rápida y ágil el malestar que uno tiene”, para lo cual estos medicamentos resultan “sumamente eficaces e inmediatos”.

Por su parte, Eugenia Caretti, psiquiatra infantojuvenil y presidenta de la Asociación Madrileña de Salud Mental, manifestó su preocupación por la “medicalización de la adolescencia”, no solo con hipnosedantes sino también con antidepresivos, y subrayó que “la adolescencia es un momento de desorientación y angustia” que con frecuencia se manifiesta en cuadros ansioso-depresivos relacionados con cuestiones cotidianas y no necesariamente con trastornos graves.

El Ministerio de Sanidad publicó también el Estudio HBSC, que indica un aumento del malestar emocional en jóvenes de 11 a 18 años hasta el 38,5% entre 2018 y 2022, con una mayor prevalencia en chicas (60,3% a los 17-18 años frente al 28,4% en chicos).

Los especialistas coinciden en que el sistema sanitario está desbordado, lo que conduce a que la prescripción de fármacos se convierta a menudo en la primera respuesta ante la falta de recursos para ofrecer atención psicológica adecuada.

Según Caretti, “estos medicamentos ayudan en crisis, pero deben ir con un tratamiento y acompañamiento, si no estás dejando al adolescente solo”.

Pico remarca que “falta dar herramientas no farmacológicas para manejar el malestar” y evitar el “abuso elevado” que se produce tras la prescripción.

Las dificultades para atender la salud mental juvenil, así como las diferencias de género en el consumo y el malestar son aspectos destacados en los estudios.