La Comisión Europea ha rebajado este lunes en cuatro décimas sus previsiones de crecimiento para la eurozona y el conjunto de la Unión Europea en 2025, situándolas en el 0,9% y el 1,1% respectivamente, como consecuencia del aumento de aranceles y la incertidumbre generada por la guerra comercial con Estados Unidos.
En contraste, Bruselas ha elevado tres décimas la previsión de crecimiento para el Estado español hasta el 2,6%, alineándose con las estimaciones del Gobierno y organismos internacionales como el FMI y la OCDE.
Sin embargo, la Comisión advierte de que el principal motor de este avance será la demanda interna, mientras que la contribución de las exportaciones será negativa debido a las tensiones comerciales internacionales
A pesar de encabezar el aparente crecimiento entre las grandes economías de la eurozona, distintos análisis subrayan que este “crecimiento” español no está exento de sombras.
Informes de Funcas y BBVA Research señalan que la incertidumbre arancelaria podría restar hasta 1,2 décimas al PIB en los próximos dos años y que el impulso de la inversión sigue siendo insuficiente para compensar la debilidad del entorno europeo.
Además, persisten problemas estructurales como la elevada tasa de paro, la precariedad laboral y las dificultades de acceso a la vivienda, factores que limitan el impacto real de la expansión económica sobre el bienestar de los hogares.
En cuanto a la inflación, la Comisión Europea prevé que el proceso desinflacionista iniciado en 2022 continúe, con una tasa del 2,3% en la eurozona en 2025 y una posible convergencia al objetivo del BCE del 2% en 2026.
No obstante, Bruselas advierte de que la economía europea sigue expuesta a riesgos significativos derivados de la evolución de la guerra comercial y de la debilidad de sus principales socios comerciales.