Una ola de calor extrema y vientos intensos han desencadenado una crisis sin precedentes en el noreste del Estado español y el sur del Estado francés, donde los incendios forestales han obligado al confinamiento de decenas de miles de personas y han arrasado miles de hectáreas en Catalunya y en la región de Marsella.
En Catalunya, el incendio iniciado en la zona de Paüls (Tarragona) ha calcinado más de 3.100 hectáreas y mantiene confinadas a unas 18.000 personas en nueve localidades, según datos oficiales. Las labores de extinción, en las que participan más de 450 bomberos, la Unidad Militar de Emergencias y medios aéreos, se ven dificultadas por vientos de hasta 90 km/h y temperaturas extremas. El president de la Generalitat, Salvador Illa, ha advertido que “la prioridad es estabilizar el fuego”, aunque la situación sigue siendo crítica y se pide “máxima prudencia” a la población.
Mientras tanto, en las afueras de Marsella, un incendio forestal avivado por vientos de más de 70 km/h ha obligado al cierre del aeropuerto, la suspensión de decenas de líneas de tren y autobús, y el confinamiento de parte de la población. El fuego, que comenzó en Les Pennes-Mirabeau, amenaza con acercarse a la ciudad y ya ha destruido 350 hectáreas de bosque. Más de 700 bomberos y 220 vehículos de emergencia trabajan en la zona, mientras la Marina francesa permanece en alerta ante la posibilidad de que el ejército deba intervenir. El aeropuerto de Marsella ha suspendido sus operaciones y numerosos vuelos han sido desviados a Niza y otras ciudades cercanas.
Ambos incendios reflejan el impacto de fenómenos meteorológicos extremos y la vulnerabilidad de las regiones mediterráneas ante la intensificación de olas de calor y sequías, en un contexto de cambio climático.