En el entorno de análisis estratégico de Moscú, se consolida la visión de que la guerra en Ucrania constituye solo una etapa dentro de una confrontación más amplia y prolongada con Occidente. El experto Dmitri Trenin, con amplia trayectoria en estudios militares y relaciones internacionales, sostiene que el conflicto actual “debe entenderse como parte de una disputa global en la que la supervivencia y el estatus internacional de Rusia están en juego”, según recoge El Grand Continent.
Trenin, miembro del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia, exdirector del Carnegie Moscow Center y actual responsable de un instituto de estrategia en la Escuela de Altos Estudios Económicos, argumenta que la cuestión de fondo “no es el futuro de Ucrania, sino la posición de Rusia en el sistema internacional”. Según sus análisis, la confrontación con los Estados Unidos de América persistirá independientemente de los cambios en la administración estadounidense, y la guerra será de larga duración. Moscú interpreta que las iniciativas occidentales, como la ampliación de la OTAN y el apoyo militar a Kiev, representan amenazas existenciales que justifican una estrategia de confrontación sostenida.
El análisis destaca que los contactos diplomáticos recientes entre Moscú y Washington, aunque han permitido cierto restablecimiento del diálogo, no han modificado las posiciones de fondo. Trenin señala que la negociación con Washington es vista como una táctica temporal, sin expectativas de concesiones estratégicas reales. En este contexto, la guerra en Ucrania se percibe en Moscú como un episodio de una competencia global, donde la presión militar, económica y diplomática de Occidente se interpreta como parte de un esfuerzo por mantener la hegemonía occidental a toda costa.
Las perspectivas estratégicas rusas también advierten sobre la posibilidad de una escalada si Occidente incrementa su implicación militar, y subrayan la importancia de fortalecer alianzas en Eurasia como respuesta a la presión internacional. El discurso oficial ruso, reforzado por analistas como Trenin, insiste en que “la seguridad y la continuidad del Estado ruso son prioridades absolutas”, y que el desenlace del conflicto en Ucrania no marcará el final de la confrontación, sino “una transición hacia nuevas fases del enfrentamiento global”.